Pese a la opulencia en la que han vivido Paloma Rocasolano y Telma Ortiz en los últimos años, lo cierto es que la familia de la reina Letizia, tanto paterna como materna, tiene unos orígenes muy humildes.  La realidad económica de la familia era tan precaria que ni siquiera podían permitirse encender un brasero para calentarse. “No es que no tuvieran calefacción, es que no tenían ni para encender un brasero”, señala Maica Vasco en su canal de YouTube.

Quien ha retratado este panorama es David Rocasolano en su libro ‘Adiós, Princesa’. Según David, cuando él visitaba la casa de Letizia, “sus primas le visitaban con los labios morados, envueltas en sábanas y en pijamas dobles, con calcetines porque no tenían ni para encender un brasero, no tenían ni para comer”. Esta falta de recursos también se extendía a la alimentación. David recuerda que la dieta se componía prácticamente solo de acelgas.

Adiós princesa
Adiós princesa

La reina Letizia tiene unos orígenes muy humildes

Comer acelgas en todas las comidas, desde el desayuno hasta la cena, era una señal de la desesperante situación económica de la familia. Esta dieta tan monótona y escasa les hacía estar extremadamente delgados. En el pueblo, eran conocidos como “los acelgas”, un apodo que reflejaba tanto su situación de necesidad como la notoriedad de su dieta.

Esta humildad se reflejaba en las fotografías de Paloma Rocasolano con sus padres en Benidorm, donde iban todos los veranos. La rutina era salir del hotel a las siete de la mañana para coger un sitio preferencial en la playa, llevando siempre la sombrilla, las sillas plegables y la nevera repleta de bocadillos y refrescos. Estas imágenes capturan una de las escenas más costumbristas de los veranos españoles entre las décadas de los 60 y los 90.

Paloma Rocasolano playa
Paloma Rocasolano playa

Letizia huyó de la pobreza de su familia

Por su parte, a pesar de estas dificultades, Jesús Ortiz mantenía una fachada de arrogancia y superioridad. Esta actitud contrastaba fuertemente con la cruda realidad que vivía su familia. David Rocasolano no se detiene en su descripción y crítica, señalando la disparidad entre la imagen que Jesús Ortiz quería proyectar y las duras condiciones en las que vivían realmente.

Un ambiente del que Letizia no dudó en huir. Empezó a salir de España cuando se marchó con una beca a México, donde comenzó a disfrutar de la vida de una manera que no había experimentado antes. Sin embargo, nunca imaginó que todas esas vivencias saldrían a la luz en un futuro lejano y de manera tan dolorosa. Su primo, David Rocasolano, fue el primero en hacerle daño con su libro "Adiós, Princesa". No querer volver a vivir aquellas penurias es lo que ha llevado a Letizia a ser una mujer ambiciosa y sin titubeos.