'Vuelveeee, a casa vuelveeeee por Navidaaaaaad'. Esta cancioncilla le quita el sueño a Juan Carlos I. Mira que suplica, implora e incluso exige que le dejen volver de su escondite de oro en Abu Dabi, pero por segunda vez consecutiva el emérito huido se ha tenido que comer los turrones lejos de Zarzuela, de España e incluso de Europa. Parecía que ahora la ocasión la pintaban calva, gracias a que la Fiscalía del Supremo se ha hecho 'el longuis' y ha archivado sus tejemanejes económicos, y que desde Suiza han hecho lo mismo con su regalo de 65 millones de euros a Corinna Larsen. Pero vaya, que si no es por una cosa, es por la otra, y el Borbón no acaba de coger el avión que lo lleve a Madrid después de un año y medio de huida.

"Cosas" menores como haber estado en contacto con el positivo en covid Rafa Nadal, o "cosas" más graves como la acusación de acoso de su examante o la revelación de sus compañías en los Emiratos: un traficante de armas con causas pendientes en España por evadir impuestos, qué curioso. Cuando cree que lo tiene en la mano, salta un nuevo escándalo que remacha el rechazo del gobierno Sánchez y del propio rey Felipe de comerse no el turrón, sino el marrón de tenerlo cerca. La vida le está haciendo la goma, pobrecito. Pero Juan Carlos es tozudo, y persiste en su demanda de ser repatriado. Dicen que será a final del mes de enero o principios de febrero, pero quiere acortar los plazos. Y cualquier argumento le vale.

Juan Carlos ayudado a caminar por los escoltas en Abu Dabi / Telecinco

Ya podemos añadir una nueva maniobra del emérito a la colección, publicada por 'El Cierre Digital' del colaborador de Telecinco Juan Luis Galiacho. Hablan de razones humanitarias: el exjefe de Estado está muy angustiado por la salud deteriorada de un amigo íntimo, el catalán Josep Cusí. Un armador que se ha hecho famoso por haber regalado medio millón de dólares al rey Felipe cuando era príncipe, y que a sus 87 años sufre una grave enfermedad y se encuentra en un estado más que preocupante. "Quiere absolutamente venir a verle y estar con él. Y por ello se ha presionado tanto al rey Felipe", recoge el digital. Unas declaraciones que han sido realizadas por alguien sorprendente: su hijo no reconocido, el gerundense Albert Solà.

Josep Cusí y Juan Carlos / GTRES

Albert Solà, hijo no reconocido de Juan Carlos / TV3

Solà conoce bien la relación entre el Borbón y Cusí. Tanto es así que durante un 'Todo es mentira' de Risto Mejide compartió la confesión que le hizo la hija del catalán hace años: "Mi padre y tu padre son hermanos no reconocidos legalmente, pero sí en la sombra". Se entiende, por lo tanto, que Juan Carlos quiera acompañarlo por lo civil o lo criminal, y compartir con Josep los que podrían ser sus últimos días de vida. El diario añade que el huido cayó en una depresión por la muerte del Marqués de Griñón al no poder visitarlo, y que estaría pasando por una situación similar por el deceso de Manolo Santana. También recogen el malestar de la familia de Cusí con el rey Felipe "por negarse a permitir la vuelta de don Juan Carlos para ver a su íntimo amigo". Una vuelta que, según Albert, no será definitiva porque el hijo no quiere que se quede en la Península, y que tiene sorpresa: la residencia del Borbón: "Irá a una masía situada en el Bruc, a los pies de la Montserrat, donde ha visitado muchas veces a Cusí. Venía en helicóptero desde un aeropuerto cercano y pasaba inadvertido por completo".

Juan Carlos y Felipe / Europa Press

Juan Carlos con Josep Cusí de regatas / GTRES

Si las confesiones de Solà se cumplen, la cosa tendría bemoles: Catalunya no tiene rey, pero tendrá al emérito como residente... a tiempo parcial.