Efervescencia juancarlista. Este es el estado de ánimo del club de fans de Juan Carlos de Borbón, el huido. Su hijo, el rey Felipe, ha visitado los Emiratos Árabes y, en vez de traerse souvenirs del Golfo Pérsico, ha vuelto a Madrid con una llamada de teléfono y un anuncio: 'Papá vuelve a casa'. Dos consideraciones: que haya telefoneado a su progenitor por primera vez desde que se largó dice mucho de como son las relaciones entre los máximos representantes del reino. Y que, de repente, se anuncie que vuelve es bastante extraño, llamativo, incluso esperpéntico. Bueno, como la mayoría de las cosas en el entorno monárquico. Pero vaya, que la inminencia de su llegada a Sanxenxo para disfrutar de las regatas ha impactado. Y mucho. La primera, alguien que conoce muy bien los secretos de esta familia: la cronista Pilar Eyre.
La escritora ha participado en 'El Matí de Catalunya Ràdio' como experta en la materia. Eyre no se ha movido ni un milímetro durante los casi 3 años que el señor lleva en la jaula de oro de Abu Dabi: no volverá... hasta que la biología haga su trabajo. Y la realidad le ha dado la razón. Pilar es humilde, claro, y si se tiene que tragar sus palabras lo hará con elegancia y sin despeinarse. Pero tiene poderosas razones para rebajar la euforia de la afición. Y las ha expresado todas ellas en una conversación con Laura Rosel. "Me extraña muchísimo. Sería un despropósito".
Pilar tiene claro porque padre e hijo han hablado por teléfono este fin de semana: por la presión mediática de un sector muy concreto. La Casa Real tuvo miedo de los tuits que reclamaban que los monarcas tuvieran un contacto durante la visita de Felipe VI, e hicieron lo que mejor dominan: "Dar bandazos. Dijeron, "bueno, vamos a hablar por teléfono..." Y luego "bueno, vamos a decir que viene". No saben como encarar los hechos". Eyre tiene dudas porque aunque la Justicia española se haga la 'longuis' con sus fechorías, "hay un procedimiento abierto en Inglaterra por acoso, una cosa muy sería. Es tremendo: le piden una orden de alejamiento por abuso y acoso". Poner un pie en Galicia sería hacerle la puñeta a su hijo rey, porque"es tóxico. No se ha demostrado que sea inocente, solo no se le ha juzgado porinviolable". Sigue más que manchado. Es así.
¿Qué puede pasar si, finalmente, se presenta en Sanxenxo? Eyre augura un espectáculo dantesco: "No me imagino a Juan Carlos perseguido por los paparazzi, metiéndole los micros en la boca. Que se olvide de la privacidad en Galicia". En Abu Dabi vive muy bien. Privacidad total, visitas de amigas, dolce vita. La cancioncilla de "quiere volver a toda costa" es cosa de "4 monárquicos rancios" que le calientan la cabeza. Enorme Pilar. Y le aconseja: si de verdad quiere volver con su reputación intacta, que vaya a juicio y se defienda de las acusaciones de Corinna. "Pero no lo veremos. Tiene buenos abogados que llegarán en un acuerdo extrajudicial y millonario. No conviene que salgan muchas cosas más."
Juan Carlos y su historia interminable. La de corruptelas, la de escándalos de faldas, y la del eterno retorno. Veremos quién tenía razón.