Juan Carlos se ha pasado de frenada con su exhibición por la fiesta de cumpleaños en Abu Dabi. El ansia de revancha del emérito era tal que, hinchado por el escándalo Del Burgo y tomando como referencia la inmolación de su detestada nuera Letizia, ha calculado mal el impacto de sus movimientos. Sí, España mira con diferentes ojos a la pareja real. Y sí, la crisis al matrimonio es cada vez más difícil de esconder. Pero el emérito no está teniendo en cuenta que la parroquia monárquica ya ha escogido, y tanto él como Felipe son los sacrificados para salvaguardar el régimen. Todo a Leonor. Y lo que le haga daño a ella, hace daño a la corona.
De momento, y hasta que no encontremos evidencias en otro sentido, la princesa va de la mano de su padre y su madre. La idea de un traspaso de poderes a fuego lento, bien estudiado y ejecutado con parsimonia parece cada vez más irreal, pero la joven aún está verde para asumir la Jefatura del Estado y, sobre todo, la gestión de las toneladas de porquería que se esconden bajo las alfombras de palacio. Hay que entrenar, y eso solo lo puede hacer Felipe, El Preparao. Mientras cumpla su papel de profesor del 'pequeño saltamontes', seguirá siendo intocable. Y ni Perro Sanxe o la enésima disección de la unidad de España podrán hacer cambiar de opinión a los más cafeteros. Ahora bien, cuando la Borbón - Ortiz esté preparada, la canción será diferente. Entonces sí que vendrá el tsunami. Pero no antes.
La tropa cortesana tiene, por lo tanto, una misión, que es la de proteger la continuidad de la monarquía española. Proteger a Leonor. Incluso de su propio abuelo, el "golfo y malo", según el locutor Federico Jiménez Losantos, que se subió por las paredes con la publicación en '¡Hola'! de las imágenes del cónclave borbónico en Emiratos, eclipsando la Pascua Militar presidida por presente y el futuro de España. Lo que más lo alarmó fue el famoso momento de partir el pastel con una espada, "cortando la cabeza de su nieta", según el de Es Radio. Una línea que ha continuado la revista 'Semana' de manera peculiar, llegando a dedicar el artículo principal de su versión digital a una columna de opinión (sí, de opinión), poniendo a parir al marido de Sofía: "Patinazo". Los masajes de la revista del saludo se están quedando cortos, las críticas feroces se amontonan. La ha liado. Si alguna vez había tenido cerca regresar a Zarzuela, se ha complicado la existencia. Y todo por su ego desmesurado.
El último personaje famoso en sumarse a la crema del anciano exmonarca ha sido Joaquín Prat. El niño mimado de Ana Rosa Quintana es un felipista de pro, fan de Letizia y leonorista en potencia. El día de la jura de la Constitución y cumpleaños de la princesa, se presentó engalanado de etiqueta para conducir el 'Vamos a ver' a Telecinco. Una conducta exageradamente pelota, dejando claros los colores de su camiseta. No sabemos cómo se tomará Ana Rosa, sin embargo, la paliza que Prat ha dedicado a 'El Campechano' autoexiliado. Un patriota de pacotilla, los de las banderas y pulseras rojigualdas, pero que no pagan impuestos. El típico español de bien: "Mucha bandera de España allí en Abu Dabi, ¡eh! El más patriota es el que más contribuye. ¿Cómo se demuestra el patriotismo? ¡Pagando! Te lo dice alguien que lleva con sus ingresos fiscalizados los 23 años que llevo trabajando. No se le ha escapado a Hacienda ni esto. Ni un puto duro que he ganado yo... Yo no me envuelvo en la bandera de España, que podría hacerlo, aunque sólo sea por todo lo que he contribuido. Que tomen nota otros..."