El esperpento del emérito traspasa todas las líneas imaginables. Todas. Las fronteras físicas, las de la decencia institucional e incluso las del tratamiento informativo: las peripecias de Juan Carlos se esparcen por los programas de cotilleo, convertido en un personaje central. De hecho parece un colaborador más, a pesar de que en vez de ocupar un silla en el plató recorre el mundo jugando al gato y al ratón sin complejos. Un ejemplo muy claro es Sálvame: las tramas borbónicas ocupan el 75% del tiempo de show. Y según el líder del programa, el catalán Jorge Javier Vázquez, la razón es clara: JC se ha ganado pasar a ser una figura folclórica gracias a su huida 'misteriosa'. Podría ser el Dioni, aunque el badalonés apunta en otra dirección.
Vázquez mira hacia 'Cantora', la finca de Isabel Pantoja. Una reina del colorín que ha quedado a la sombra del antiguo habitante de la Zarzuela y patriarca de la estirpe monárquica, del que se desconoce oficialmente su paradero: "está cebando su próxima intervención pública. Es nuestra nueva Pantoja. El rey, sí, pero de las coplillas de las divisas" Una corona vergonzante, teniendo en cuenta el pasado de la tonadillera, que tuvo que pagar su particular relación con el dinero (público y privado) con una estancia en chirona. La imagen, demoledora. Y la semblanza, preocupante. Ahora bien, el 'Campechano' ha sido más astuto, poniendo miles de kilómetros de por medio antes de que se conozcan más detalles de la investigación.
De "figura intocable de la Transición" a fugitivo y carne del chismorreo. Juan Carlos dice que volverá cuando le reclamen, pero vete a saber si es para convertirse en una especie de Belén Esteban. Tiempo al tiempo.