Juan Carlos tiene un amigo íntimo al que separan 60 años de diferencia. Y no, no hablamos de ningún familiar. Aunque vista la proximidad y sintonía, podríamos empezar a decirle al nieto Ale, sin problemas. No, no. Descarten cualquier conexión genética oculta, no ampliaremos la lista de hijos e hijas no reconocidas. El emérito y el joven periodista han establecido amistad por otras razones. Imaginamos cuestiones ideológicas, pero vete a saber tú. El caso es que hubo conexión en Abu Dabi, consiguió el teléfono personal del royal, y también línea directa. De repente, un pipiolo sin salir del cascarón y a sueldo de Eduardo Inda hacía de portavoz oficial del autoexiliado Borbón. Muchos alucinamos, pero pasa rápido. El circo siempre tiene nuevos números y atracciones. Como Ale. Alejandro Entrambasaguas, servidor.
El chico dio el salto de Ok Diario al circuito televisivo estatal, con apariciones ocasionales como experto sobre Juan Carlos. Una fuente bien informada. Podemos decir que ya ha obtenido la primera gran meta, quedarse una silla en un programa de Telecinco. Emma García lo tiene a sueldo en 'Fiesta' los fines de semana; es especialista royal, siempre van a favor de obra. Su periodismo de investigación es, como decirlo, un ejercicio de reciclaje: va cogiendo desperdicios y les intenta dar una segunda vida mejor. La cosa es beneficiar, caiga quien caiga, a Juan Carlos. El resultado es irregular, y las pruebas las tenemos sobre la mesa en forma de libro: "Juan Carlos, el rey en el desierto". Un escrito que habla de muchas cosas, es la correa de transmisión del emérito. Un pasaje, sin embargo, nos ha llamado la atención.
Bajo este título de redacción bastante básica, el autor ofrece el relato de la forma de vida del emérito en Abu Dabi. Entendemos que Alejandro, continuando con el ideario del juancarlismo, considera injusta la situación y un mal inmerecido a un prohombre tan importante de la Historia de España, del mundo y de la Humanidad. Esto pasa por, de vez en cuando, poner el acento sobre la tristeza, la soledad, la añoranza. Pero una cosa es la pincelada, y otra recrearse demasiado. Es entonces cuando te pasas de frenada, cuando tu intento por despertar lástima pasa a otro estado. Y quizás los medio convencidos de tu tesis se van, asustados, por el repelús. Porque lo que relata Entrambasaguas tiene más de la famosa tarta cortada con espada de su cumpleaños, que de la historia del pobrecito abuelo incomprendido y maltratado.
Juan Carlos está más solo que la una en su gigantesca jaula de los Emiratos: todos sus amigos están lejos, y eso se traduce en desayunos fantasmagóricos, rutinarios y tristes. No habla de Froilán, imaginamos que para poco por allí. La banda sonora, una radio ultra, la del amigo Carlos Herrera. "Monotonía y reflexión", "paseos por los jardines privados y largas tardes de introspección en su despacho personal", y actitudes de divo decrépito: leer las cartas de los admiradores que, asegura el periodista, le llegan sin cesar. "Es un momento de reflexión, un espacio para conectar con sus raíces, con su historia y con su gente. Es un chute de energía que le recuerda la relevancia de su legado, la importancia de su trabajo y el amor incondicional de su pueblo". La caricatura lleva la firma del amigo, vaya jugada. Le faltan tablas. Ay, la juventud... En todo caso, que no sufra: Jaime del Burgo le ha animado la vida. Que le haga otro libro ahora, verás qué festival.