Juan Carlos vuelve a tener una época donde se parece más a Tintín que a un caradura que se tendría que estar quietecito en Abu Dhabi sin molestar y pareciendo estar arrepentido después de todos los escándalos protagonizados los últimos tiempos. En lugar de eso, el Borbón sigue paseando palmito por el planeta, yendo arriba y abajo. Ahora Vitoria, ahora Sanxenxo, ahora Ginebra, ahora Madrid... El monarca se pasa por el forro las recomendaciones de su hijo y por mucho que se quiera mostrar discreto y en un segundo término, últimamente ha hecho muchos kilómetros. Que si ha ido al médico a hacerse una revisión, que si ha pasado por un hospital para controlarlo, que si ha ido a navegar con sus amigotes con unas zapatillas deportivas especiales para que no se pegue un sopapo, que si comiditas opíparas, que si reuniones con las hijas... El emérito no para. Y todo, gracias a una persona.
Juan Carlos aterrizaba hace unos días en el aeropuerto de Peinador, en Vigo, después de una parada en boxes en Vitoria por un reconocimiento médico. Voló desde Ginebra, donde vive la infanta Cristina, y donde ahora ha vuelto, veremos si para instalarse definitivamente o para volver por unos días a los Emiratos Árabes. El padre de Felipe ha volado en un espectacular avión privado lleno de todos los lujos posibles, de una de las compañías más exclusivas del mundo. Y lo ha hecho gracias a la persona más importante para el rey en estos viajes, el propietario, emparentado con la familia real griega, Thomas Flohr, propietario de la compañía de jets privados VistaJet. Tal como recuerdan enVanity Fair, Flohr es padre de Nina, a su vez, mujer de Philippos de Grecia, hijo menor del difunto Constantino, hermano de la reina Sofía. De aquí viene el vínculo y el conocimiento, de aquí viene el favor de dejarle los lujosísimos aviones con los cuales se desplaza el Borbón.
El empresario suizo es una persona primordial para Juan Carlos en este momento de su vida, un hombre multimillonario que compró su primer avión privado en el año 2003, y empezó a dejárselo a sus amigos. En solo quince años consiguió tener una flota de 130 aviones privados con la compañía que fundó en el 2004, y hoy es la compañía de aviación comercial bajo demanda mayor del mundo. Habitual de la buena vida, de las islas griegas, de las carreras de Fórmula 1 y del lujo, coleccionista de arte que vive en Saint Moritz, y que se casó con la exdirectora creativa de Fabergé, sus aviones son piezas de orfebrería donde a Juan Carlos no le falta de nada.
Juan Carlos es el cliente más prestigioso de sus aviones, ya cogió uno cuando el pasado otoño voló de Ginebra a España por el cumpleaños de la princesa Leonor. ¿Cuál es el modelo que ha utilizado ahora? Un jet Embraer Legacy 650, que según explican en la compañía, es “un impresionante jet de negocios de tamaño súper mediano con una versatilidad excepcional y una cabina que cuenta con tres espacios habitables separados. La cabina con bajo ruido de vuelo es adecuada para reuniones de negocios y favorece el descanso y la relajación”. Con capacidad para 14 pasajeros, "cuatro de ellos pueden ir durmiendo en cómodas camas individuales cuando lo deseen. Tiene además catering y horno y servicio de comida caliente, así como internet, televisión Full HD y cualquier lujo que el cliente pueda necesitar". Juan Carlos, a tutiplén, y sin tener que parar a repostar.