Juan Carlos está exprimiendo a fondo el tiempo en Galicia. Una visita privada en olor de "multitudes", o mejor dicho: de grupos de nostálgicos de ve a saber qué aclamando a un rey manchado por la corrupción más impune. Continuó con el plan preestablecido, el de subir al Bribón, seguir las regatas y sentirse como un pez en el agua. La jornada náutica del sábado tuvo un inconveniente: la falta de viento para salir a competir. Borbón nos ha traído un calor sofocante de los Emiratos Árabes y ha hecho desaparecer la brisa marinera. Aparte de muchas otras cosas, ¿es gafe el emérito? Nosotros decimos que sí.
Como la actividad en el Club Náutico se tuvo que suspender, encontró un plan alternativo para compensar: presentarse en el pabellón del equipo de balonmano Club Cisne Colegio Los Saucos de Pontevedra. No es que el Borbón sea un especialista en esta modalidad deportiva. Tampoco es socio de la entidad. Lo que pasa es que había un partido que le iba de perlas: jugaba su nieto, Pablo Urdangarin. Un joven al que quiere mucho, a pesar de sus defectillos: es hijo de Iñaki, al que ahora odia, y además, culé. Un merengón de pro teniendo que animar al eterno rival, vaya. ¿Y qué pasó? Que el Barça 'B' perdió. La lectura es clara: no ha ido nunca a verlo en directo, y cuando va, pierde. Lo diremos más alto: G-A-F-E.
El emérito llegó al pabellón acompañado por su séquito habitual, Pedro Campos y compañía. Ocupó la gradería con muchas, muchísimas dificultades. Incluso patinó y estuvo a punto de pegarse un trompazo de época. No sería extraño, porque entre la altura de los peldaños y que de agilidad va justito, todo se explica. Siguió con supuesta atención el desarrollo del partido, quién sabe si contento interiormente por los goles del equipo gallego contra los colores de Pablo. El nieto, a pesar de la concentración del partido, miraba de reojo de vez en cuando. Y al acabar, con el estallido de alegría de la afición local, fue corriendo a saludarlo. Abrazos, besos, confidencias. El acto de afecto familiar más sincero que hemos visto nunca, la verdad. Pero la escena no deja de ser sorprendente y parte del espectáculo y la operación blanqueo del Borbón.
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Nieto y abuelo no hacía demasiado tiempo que se vieron en Abu Dabi, el escondite y, a partir del próximo lunes de manera oficial, la residencia permanente de Juan Carlos. Una excursión de la familia real 'B' (como el equipo de Pablo) con aquella foto en la que Casa Real y sus montajes amputaron las piernas al único deportista de la saga. No hablamos de Iñaki, claro, porque a pesar de no estar divorciado de Cristina es un proscrito, éste no cuenta. Ayer vio aquellas extremidades en movimiento, para desgracia de la suerte azulgrana.
Por favor, en nombre de los aficionados y las secciones del Barça, deje de ir a ver sus partidos. Trae mala vibra. Nunca más.