Cazado. Una vez más. Juan Carlos y la Agencia Tributaria han llegado a un acuerdo amistoso y el emérito volverá a pagar a Hacienda por sus tejemanejes. La investigación en lo referente a los regalos que el ex monarca recibía por parte de sus colegas en forma de viajes a cacerías cuando ya no era inviolable se cierra con una sanción. Una tironcito de orejas y ya. Como le pasaría a cualquier españolito, claro que sí. Hacienda somos (casi) todos, como la justicia, que es igual para todo el mundo siempre que no te llames Borbón. El mensaje es este: "Ay, Majestad, la próxima vez no se olvide de declarar al fisco". Pobre, son las cosas que pasan cuando levitas dos palmos sobre el resto de los mortales, que las normas del juego ni las sabes, ni te importan un rábano. Juanito suma y sigue. Y a vivir que son dos días.

Aunque el castigo parezca una parodia, el proceso administrativo sí que nos permite hurgar un poco más en la vida de lujo y despreocupación del ex Jefe del Estado. Por si no teníamos bastante con el podcast "Corinna y el rey", ahora también podemos devorar el informe de sus gastos elaborado por Hacienda. Canela fina. Una ciudad está en el centro de todo: Barcelona, la capital de Catalunya. Juan Carlos siempre ha tenido un vínculo muy estrecho con ella, aunque oficialmente haga 5 años que no vuelve. Un vínculo comercial, en primer término, aparte de su escenario favorito para resolver temas médicos y estéticos. Shopping y retoques.  Barcelona és bona si la bossa sona. Y la suya suena, resuena y ensordece.

Juan Carlos con la Familia Real en Barcelona / GTRES

La gran vida del Borbón en Barcelona se resume en una lista de establecimientos y profesionales de alto standing, donde hacía realidad sus caprichos y los de sus amigos, amantes y similares. Vanitatis recoge el recorrido, que pasa por la joyería Puig Doria. En la sucursal de la Diagonal adquiría regalos de muchos ceros como quien va al bazar chino a comprar bolsas de cotillón de Fin de Año. Cerca de allí, el momento de vestirse como un rey. Nada mejor que hacerlo en la emblemática Santa Eulàlia del Passeig de Gràcia, donde le hacían los trajes a medida y escogía zapatos que cuidaran al máximo sus cansadísimos y esforzados piececitos. La salud podológica es importante. Bueno, la salud en general. Barcelona también ha sido su ambulatorio personal, donde se ha extirpado nódulos en el pulmón (Clínic), varices y temas de urología. Ahora bien, no han sido los únicos médicos que ha visitado. Otros eran de cuestiones de vanidad: tratamientos antiaging, contra el envejecimiento. En la Clínica Planas, primero, y después en la DeSánchez, escindido de la primera.

Juan Carlos saliendo del Hospital Clínic / GTRES

El Borbón siempre se ha preocupado mucho por la imagen exterior que trasladaba. Lo entendemos, porque con su ritmo de vida sentimental y/o faldero hay que lucir perfecto, ideal de la vida. Hacienda también lo detalla en el informe, aunque ya lo sabíamos gracias a Pilar Eyre, que tiene más información sobre el emérito que muchos aparatos del Estado. La cronista ponía número a la corte de amantes, 1.500, y revelaba el secreto capilar que le preocupaba: la alopecia. Una muy concentrada en el cogote, que le quedaba al aire y podía enfriarse. Por eso hizo un "Ruphert, te necesito", cambiando al peluquero de los famosos por el catalán Pascual Iranzo. Iranzo, fallecido el pasado mes de septiembre a los 92 años, le fabricó una peluca para taparle el agujero. El hombre tenía que viajar una vez a Madrid para reajustarlo y renovar el fijador. No siempre quedaba bien, como queda acreditado en la imagen.

Juan Carlos con el pelo alborotado / GTRES

Todo esto que se sabe es lo que el emérito pagaba en Barcelona. Lo que desconocemos, claro, es todo aquello que no pasaba por caja. Regalos, donaciones, etcétera. Este sería un gran melón por abrir.