Juan Carlos es un incordio permanente para Zarzuela, es totalmente incontrolable. El paradero del emérito es, a estos momentos, una incógnita. Este domingo abandonaba Sanxenxo, tras finalizar una décima visita a España desde que es un autoexiliado. Un viaje con motivación náutica, pero que ha quedado en nada: un resfriado con carga nasal abundante lo dejaba en tierra, sin subir al 'Bribón' ni regatas. Se tuvo que conformar con el saludo a tripulantes, amigos y fanáticos en el Club, pero después volvía a casa, a portarse bien. Ni grandes reuniones ni festines. Estaba enfermo. Y preparando su próxima jugada.

La ruta de vuelo del padre de Felipe VI era clara: a las 17:00 h, su jet privado tenía que despegar desde el aeropuerto de Peinador, en Vigo, en dirección a su nueva segunda residencia: Ginebra. La ciudad donde vive su hija Cristina, el nieto Miguel Urdangarin, donde se está tratando por sus problemas incurables de movilidad y, donde además, hay unas condiciones muy favorables para alguien con una fortuna inmensa y opaca. Sin embargo, a la hora acordada el jet privado se quedaba en tierra. Cambio de planes. La incertidumbre de este movimiento fue notable en Zarzuela. Sensación que, horas más tarde, no solo no disminuía. Todo lo contrario.

Juan Carlos, enfermo en Sanxenxo / GTRES

A las 20:00 h, Borbón salía de la casa de su amigo, el armador Pedro Campos, y se dirigía hacia el aeropuerto. Allí le esperaba otro vuelo con ruta no identificada, informa el digital 'Hoy Aragón'. Seguían el rastro de aquello que había publicado, horas antes, El Periódico de Catalunya, que había aportado un detalle descacharrante: la salida del vuelo de Juan Carlos se había vuelto a fijar para primera hora del lunes, y con destino sorprendente. Una ciudad del Estado español, pero ni Vitoria-Gasteiz, donde pasa revisiones médicas, ni Barcelona, donde tiene amigos de toda la vida. No, se quedaba a la mitad: en Zaragoza. La alerta, máxima.

Juan Carlos abandona Vigo / GTRES

Hablar de la capital de Aragón en términos royals es hacerlo de la princesa Leonor, futura monarca si la República no llega antes que ella. La hija de los reyes está acabando el primero de sus tres años de mili en la Academia General Militar, la gran escuela de formación del Ejército de Tierra. El emérito no ha estado presente en ninguno de los grandes momentos de la nieta en el cuartel, especialmente la jura de bandera. De hecho, solo han tenido contacto en la fiesta de mayoría de edad de la joven en el Palacio del Pardo, una celebración privada. Nunca en entornos públicos, tampoco en otros ámbitos. Pero de pronto, la posibilidad de que el exjefe de las fuerzas armadas se plantara en la AGM reclamando ver a su querida sucesora se ha hecho realidad. Sería ciertamente un escándalo (el ejército no son unas colonias) y un nuevo privilegio, aparte de un golpe público a Felipe VI y Letizia. Todo mal. De momento, ninguna foto. Quizás mejor así: sin testigos. Que parezca un accidente.

Leonor / GTRES