Juan Carlos es consciente de su avanzada edad y reconoce que ya no es el mismo de antes. Sin embargo, enfrenta un temor profundo a la muerte y no desea dejar este mundo en el que ha encontrado tanto placer y continúa disfrutando, aunque con limitaciones cada vez mayores. Recientemente, se supo que el rey emérito acude regularmente a una clínica de confianza en Vitoria para someterse a tratamientos innovadores con células madre y plaquetas, con el fin de aliviar sus problemas de movilidad.
Desde 2012, cuando tuvo que ser operado de urgencia de la cadera –circunstancia que reveló su polémica caza de elefantes en Botsuana y su relación con Corinna Larsen– su salud nunca ha vuelto a ser la misma. Desde entonces, ha pasado por numerosas intervenciones quirúrgicas, pero sin experimentar una mejora significativa. Los médicos le han dado las peores noticias: en los últimos años de su vida, probablemente terminará en una silla de ruedas, algo que él se niega rotundamente a aceptar.
En algunas ocasiones se le ha visto en silla de ruedas, siempre fuera de España y con la esperanza de que las cámaras no estuvieran cerca, aunque la Casa Real no ha podido evitar que esas imágenes salieran a la luz. Para Juan Carlos, mostrarse sin poder caminar es como admitir una derrota. Se siente como un rey destronado y devastado.
Esta semana, Juan Carlos ha regresado a España, concretamente a Sanxenxo. Pero antes de llegar, hizo una escala en Vitoria, como hace todos los meses, para visitar a su fiel amigo, el Dr. Eduardo Anitua. Tenía programada una revisión médica y quizás necesitaría una nueva intervención, ya que estos tratamientos requieren ser renovados periódicamente. Por el momento, no hay motivos de alarma ni síntomas preocupantes; se trata de exámenes rutinarios para mantener todo bajo control.
Felipe, Cristina y Elena están preocupados por la salud de Juan Carlos, un final cada vez más cerca
A pesar de ello, Eduardo ya le ha confirmado a Juan Carlos que, aunque estos métodos revolucionarios están retrasando el avance de su problema, el desenlace inevitable será el mismo. Cuanto más viva, mayores serán las probabilidades de acabar en una silla de ruedas. La inmortalidad no se puede comprar, y la muerte llega para todos, sin importar la cantidad de dinero que se tenga. En sus últimos años, el marido de la reina Sofía probablemente terminará postrado, una perspectiva que lo deprimiría profundamente. Serán tiempos muy difíciles para él, pero contará con el apoyo de toda su familia, especialmente de la infanta Elena, quien ya se ha trasladado a Sanxenxo para estar a su lado. Felipe VI ha insistido en que Elena lo acompañe y lo supervise.
La familia real está extremadamente preocupada debido a la edad avanzada de Juan Carlos, tal y como adelantan tres amigos del emérito en Sanxenxo, uno de ellos Pedro Campos, su íntimo amigo, y además, les inquieta que en los últimos meses ha mostrado algunos signos de pérdida de memoria. La preocupación es máxima, y todos se preparan para brindarle el apoyo necesario en estos años finales. Sus visitas a España son cada vez más recurrentes, pero se desconoce si en algún momento volverá a su país. Según Jaime Peñafiel, sería una deshonra para Felipe y para la corona que el emérito falleciese fuera de España.