El rey emérito Juan Carlos I atraviesa uno de los momentos más complicados de su vida. A sus 87 años, no solo enfrenta serios problemas de salud, sino también una profunda soledad que lo acompaña desde que fue obligado a abandonar España en medio de los escándalos que marcaron su reinado. Aunque vive rodeado de lujos en Abu Dabi, donde disfruta de una mansión equipada con todas las comodidades imaginables, el exmonarca se siente derrotado y cada vez más frágil.

En sus últimos chequeos médicos, Juan Carlos ha recibido noticias devastadoras: los tratamientos de medicina regenerativa a los que se había sometido durante años han dejado de funcionar. Estas terapias, basadas en la inyección de células madre y plaquetas, habían sido su gran esperanza para paliar los problemas de movilidad que lo aquejan desde hace tiempo. Sin embargo, su médico de confianza le ha informado que la enfermedad ha avanzado de forma irreversible y que el destino más probable será acabar postrado en una silla de ruedas de por vida.

Juan Carlos silla de ruedas
Juan Carlos en silla de ruedas

Juan Carlos I teme que su final esté más cerca que nunca

Esta perspectiva ha generado en él una profunda depresión. El antiguo rey, quien siempre se caracterizó por su carácter fuerte y su gusto por la acción, no soporta la idea de ser visto como un hombre vencido por el tiempo y las circunstancias. Esta sensación de decadencia lo ha llevado a confesar a sus amigos más cercanos que siente que su final está cerca. “No creo que dure muchos años más”, habría admitido con sinceridad, dejando ver su miedo y su incertidumbre ante lo que está por venir.

El declive de su salud comenzó hace más de una década, con el accidente que sufrió en Botswana mientras participaba en una cacería de elefantes. Aquella caída, además de revelar al público sus polémicas actividades, marcó un antes y un después en su estado físico. Desde entonces, múltiples intervenciones quirúrgicas y problemas médicos lo han debilitado, y su exilio en 2020 no hizo más que agravar la situación. La distancia de su tierra natal y el distanciamiento de su familia han contribuido a un deterioro emocional que parece ser tan grave como el físico.

Juan Carlos en Sanxenxo bastón EuropaPress
Juan Carlos en Sanxenxo con bastón / Europa Press

Las soluciones médicas dejan de tener efecto

Aunque en los Emiratos Árabes cuenta con un equipo médico de primer nivel y visitas frecuentes de algunos amigos y familiares, el emérito ha expresado sentirse abandonado. La distancia con sus hijos, a pesar de los intentos de estos por acercarlo nuevamente a España, le pesa enormemente. Los rumores sobre posibles planes para que regrese a su país, al menos de manera temporal, han cobrado fuerza en las últimas semanas, pero su delicado estado complica cualquier movimiento.

A pesar de las dificultades, Juan Carlos I sigue esforzándose por mantener las apariencias, aunque en privado ha confesado a sus allegados que se siente agotado y sin fuerzas para seguir luchando. La idea de ser recordado como un “rey vencido” lo atormenta, y su salud física y mental se resienten día tras día. Entre los miedos que ha compartido, destaca su deseo de no convertirse en una carga para los suyos ni en una sombra del hombre que alguna vez fue.