Juan Carlos I continúa en el exilio después de cinco años. Se creía que Felipe VI tomaría una decisión al respecto, pero parece que no habrá ningún movimiento. El emérito tiene claro que morirá fuera de España, como un rey derrotado. En estos años se le ha permitido cada vez más libertad de movimiento, aún así la permanencia en su país no la tiene garantizada. Los reyes han luchado mucho por una monarquía más moderna, y ahora no piensan echarlo todo por tierra porque al marido de la reina Sofía aún le siguen los fantasmas del pasado y se ve siempre envuelto en una polémica tras otra.

Juan Carlos haciendo un brindis / GTRES

El padre de Felipe VI está triste por esta decisión y por las últimas noticias que recibe respecto su salud, que no son nada halagüeñas. Según los últimos informes, Juan Carlos I deberá vivir los últimos años de su vida en una silla de ruedas, una de sus peores pesadillas. Le aterra pensar que no volverá a andar y deberá ser una persona dependiente. Él que gozó de inviolabilidad y era todopoderoso.

Juan Carlos ha comunicado a sus seres queridos que el tratamiento de medicina regenerativa al que se había sometido ya no funciona. Su artrosis avanza y su cuerpo se queda inmóvil, como su pierna izquierda. Además, ha tenido algunos que otros despistes que preocupan a la familia después de la enfermedad de Irene de Grecia.

Juan Carlos I podría sufrir una depresión tras el último informe médico 

El emérito es consciente de que su final está cada vez más cerca. Con mucho dolor y envuelto en lágrimas, una imagen que nunca habían visto nunca, Juan Carlos I ha comunicado a sus tres hijos, en una reunión familiar privada, que no le queda mucho tiempo.

Juan Carlos I asume su realidad y se refugia en la habitación de su mansión, no quiere salir ni quiere comer, una actitud que preocupa a su familia y a los médicos. El marido de la reina Sofía solo pide que se le deje morir en paz y en España, que no se le humille de esta forma. Cree que ya ha pagado por sus errores, no quiere acabar solo. Suficiente le duele saber que tampoco se le hará un funeral de Estado ni tan siquiera será enterrado en la cripta real por falta de espacio.

Juan Carlos I