Juan Carlos I no está bien. El emérito afronta delicados problemas de salud. Hace décadas que arrastra serios problemas de movilidad. En la última década, ha sido operado más de una decena de veces de las rodillas y la cadera. El padre de Felipe VI sufre artrosis y los médicos ya le han comunicado que terminará en una silla de ruedas, ya ni tan siquiera puede mover la pierna izquierda. Se sometía a revolucionarios tratamientos basados en la medicina regenerativa, pero en estos momentos ya ni tan siquiera surten efecto. Debe afrontar su destino final. Esa era su peor pesadilla. No quiere convertirse en una persona dependiente, sin capacidad de decisión, anulada y sola. Ha visto como se ha marchado por la puerta de atrás. Ya no es un rey querido que gozaba de inviolabilidad y todopoderoso.

El emérito está muy triste porque también ha comprendido que no volverá a España nunca más. Felipe VI ha permitido que pueda viajar con total comodidad y sin permiso siempre que respete la discreción, pero no puede instalarse de nuevo en su país, y mucho menos en Madrid. Es probable que muera fuera y su cuerpo sea repatriado. Tampoco será enterrado en la cripta real porque a día de hoy no hay espacio y tampoco se han iniciado obras para agrandarla. Tampoco tendrá un funeral de Estado como el de la reina Isabel II, una misa sencilla y suficiente.
Ahora mismo se baraja la posibilidad de enterrarle en la Almudena, pero Juan Carlos I querría en la cripta real, por lo menos eso es lo que ha comunicado y lo que podría figurar en las últimas voluntades. El último sarcófago se adjudicó a su padre, Juan de Borbón, aunque sus restos no descansan en ese lugar sino que continúan en el pudridero desde que falleció.
La última palabra la tendrá Juan Carlos I en sus últimas voluntades
Juan Carlos I ha cometido muchos errores y este es el precio que le toca pagar. El olvido. Según ‘Monarquía Confidencial’, Felipe VI no va a dejar a su padre en la estacada. Aseguran que si el emérito se pone muy enfermo sería trasladado de urgencia a España y se le atendría en su país, aunque sería cuando la situación fuera muy grave y los médicos le comunicaran que el momento está cerca.
Fuentes cercanas al emérito aseguran que empieza a obsesionarse con su entierro, quiere dejar todo bien atado antes de fallecer para saber que será de él y quiere que se respete su última voluntad.
Patrimonio Nacional ha planteado la opción de construir en El Escorial una nueva cripta real, aunque eso supondrá un coste económico para los ciudadanos. Será el emérito quien tenga la última palabra en sus últimas voluntades. Él dirá donde descansarán sus restos mortales para siempre.
