El próximo 20 de noviembre (curiosa fecha, ¿verdad?) Jaime Peñafiel saca al mercado su último libro: "Anécdotas de oro". Un repaso a la trayectoria periodística del cronista real, tan juancarlista como incendiario, a lo largo de 50 años de profesión. El andaluz ha concedido una entrevista a sus compañeros de 'El Mundo', uno de los diarios donde semana tras semana publica sus columnas, ácidas con la monarquía (con algunos miembros más que con otros) y llenas de detalles indiscretos y jugosos. Un texto donde volvemos a ver el estilo del veterano periodista, que practica aquello de "una de cal y otra de arena", especialmente cuando habla de las intimidades de su rey favorito, el emérito. El mejor ejemplo, la defensa del Borbón sénior de la atribución de hijos ilegítimos, como el catalán Albert Solà, y que ya vimos en un plató de televisión.
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— Senda (@olgacarreteroa) 17 de noviembre de 2019
Peñafiel destila un tufo machista y pleistocénico al referirse a las aventuras extramatrimoniales de Juan Carlos I. Parece que le hace mucha gracia que le pusiera los cuernos a Sofía, pero eso sí: que nadie quiera endosarle paternidades no reconocidas a "el follador" de sangre azul, como lo define en la entrevista. "Don Juan Carlos no ha tenido hijos ilegítimos, eso puedo asegurártelo. Fue por pura suerte pero es así. Con lo follador que ha sido Juan Carlos es un milagro que no haya llenado España de bastardos" Caray, con amigos como Peñafiel quién quiere enemigos. No sólo por la defensa que firmaría el colectivo de 'cuñaos' de España, sino por lo que explica en el libro: "El anillo de compromiso que terminó en el dedo de Doña Sofía, la noche anterior a la pedida, estuvo perdido entre las sábanas de la cama de una habitación de una pensión romana, pagada y reservada por la condesa Olghina de Robilant." La emérita debe estar muy contenta y muy agradecida a Peñafiel (y a su marido), seguro que sí. Quizás Sofía haya querido transformarse en árbol y ajustar cuentas con Juancar.
El libro contiene un montón de 'secretos' que Peñafiel ha explicado a gritos durante décadas. Los que afectan a su 'ídolo', sin embargo, los trata con condescendencia y cierto orgullo de 'macho ibérico', como Pedro J. Ramírez con Abascal. Y aquí está donde se juega su credibilidad.