Las peripecias exhibicionistas de Juan Carlos de Borbón van en aumento según pasan las horas en Galicia. Es la recta final de su escapada de placer, regatas y baños de masas muy casposos. Mañana lunes le tocará la parte menos amable de la visita, volver a la que fue su casa durante décadas para encontrarse, de manera privada y escondida, con algunos miembros de su saga. El comunicado de Casa Real indicaba los dos personajes principales del encuentro en Zarzuela: su hijo Felipe, el que lo echó del país y que ahora ha permitido que vuelva como guiri, y su mujer Sofía, a la que ha humillado constantemente durante 60 años de matrimonio. De Letizia ni habla, porque siente un desprecio colosal por ella. Un sentimiento que es mutuo, por cierto.

Felipe, Juan Carlos y Sofía se verán las caras lunes en Zarzuela / GTRES

El caso es que el emérito se plantará a Madrid con los ánimos por las nubes. Volver a ser protagonista del show recibiendo el calor de grupos de frikies juancarlistas ha hinchado su ego, estropeado durante los últimos años. Se conforma con poco: los colegas y los palmeros. Con eso ya le basta y le sobra. Triste realidad, sin embargo, para un hombre de su leyenda, como ha recordado de forma sensacional la cronista real catalana Pilar Eyre.

Juan Carlos con los fans en Sanxenxo / Europa Press

La última jornada de actividad náutica en Galicia nos ha permitido volver a ver al hombre de 85 años subiendo una vez más al Bribón, encargándose de la caña de la embarcación durante una de las pruebas. Casi no puede ni caminar e incluso sufrió una caída viendo el partido del nieto Pablo Urdangarin, pero sentado se defiende bastante bien. Debe ser el entrenamiento para la próxima visita a España, también en Sanxenxo, el próximo más de junio. Tiene la intención de pasar unas semanas siguiendo el mundial de vela. Y si puede competir, o lo que sea, pues miel sobre hojuelas... y pelillos a la mar, nunca mejor dicho.

Juan Carlos ha vuelto a subir al Bribón / Europa Press

Esta mañana, sin embargo, se ha producido una situación particular que explica perfectamente el estado actual del exJefe del Estado. Crecido, desafiante y sin darse cuenta (o no querer darse cuenta) de lo que pasa a su alrededor. El grupo de periodistas que lo persigue lo ha parado y le han hecho una pregunta muy concreta: cómo se enfrenta al reencuentro con Felipe VI, el rey. O no oye o se hace el sueco, porque la respuesta y su cara son raritas: "Pregunta, pregunta tú. Yo estoy aquí". Sí, ya nos habíamos dado cuenta. Lo que no sabíamos es que tiene tantas ganas de marcha que osa hacer un símbolo que es toda una declaración de intenciones, una burla, un desafío. A su hijo y a todos los españolitos. El gesto de la victoria. Cree que ha ganado. Pobre hombre, cada día hundiéndose más y más. La foto es repugnante.

Juan Carlos haciendo el símbolo de la victoria / Europa Press
Juan Carlos haciendo el símbolo de la victoria / GTRES

Si esta es una victoria, debe ser de las pírricas. De las que dejan al vencedor más hecho polvo que a tu contrincante. El juancarlisme y su delirium tremens.