El año pasado, por Semana Santa, el rey Juan Carlos viajó a Arabia Saudí. Este 2019, sin embargo, sus médicos de cabecera le han recomendado que pase las vacaciones alejado tanto como pueda del sol. Lo acaban de operar de un carcinoma basocelular en la cara. La herida todavía está presente y el postoperatorio indica prudencia, si es que 'prudencia' y Juan Carlos son dos términos que pueden ir en la misma frase.
¿Dónde ha estado recuperándose el padre de Felipe estos días? En Galicia. En principio, la intervención que le han hecho en el borbónico rostro implica frenar la lesión cutánea y hacer una serie de revisiones periódicas que tendrá que ir combinando con su vida cotidiana. Pero no hay mancha que haga que JC renuncie a una comilona o a una cata de vinos de primer nivel. Después de ir a Sanxenxo para participar en una regata, ha asistido a la inauguración de las nuevas instalaciones de unas bodegas, Granbazán, en Vilanova de Arousa, Pontevedra. La misma bodega ha colgado en las redes sociales diferentes imágenes del emérito disfrutando de los productos, disfrutando de la manduca y la bebida de la zona y degustando la gastronomía local mientras todavía se le ve la mancha de la cara.
Deportivo, con tejanos, camisa blanca y un chaleco sin mangas, Juan Carlos no se privó de probar los caldos de la zona y la prudencia y descanso los aplazó para cuando no tuviera delante unas botellas de vino y unos productos imposibles de renunciar.
Entre albariño y albariño, el marido de Sofía se puso las botas catando botellas que dependiendo de la cosecha, cuestan entre los 100 y los 120 euros la botella, bien maridados con marisco y carne de primer nivel.