A sus 86 años, el rey emérito Juan Carlos I vive con la certeza de que su tiempo se agota. Tras años de exilio y una salud que se ha deteriorado considerablemente, el padre de Felipe VI tiene claro cómo quiere que sea su despedida. Sin embargo, sus deseos han generado un debate encendido que amenaza con prolongarse mucho después de su partida.

El emérito, que sigue sometiéndose a tratamientos de medicina regenerativa para aliviar sus problemas de movilidad, evita a toda costa que se le vea en una silla de ruedas. Su imagen pública, incluso en este ocaso, sigue siendo una preocupación constante. No obstante, el peso de su legado y el exilio forzado que marcó su salida de España le han llevado a reflexionar sobre cómo será recordado y, sobre todo, cómo será su funeral y entierro.

Juan Carlos I

Juan Carlos I piensa a menudo en el día de su muerte

Según fuentes cercanas, Juan Carlos I imagina una despedida majestuosa, con un despliegue digno de su reinado de cuatro décadas. Inspirado en ceremonias como la de la reina Isabel II o el traslado solemne de los restos de su padre, Juan de Borbón, el emérito desearía que su féretro fuera llevado en un carro de artillería desde el Palacio Real hasta el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, donde descansan los monarcas españoles. En esta visión, habría una misa multitudinaria, rodeado de ciudadanos y con honores militares.

Sin embargo, la realidad puede ser muy distinta. Tras su abdicación, Juan Carlos I ya no es tratado como rey, sino como Príncipe de Asturias, lo que limita el protocolo en torno a su funeral. Aunque los honores militares serían inevitables debido a su antigua posición, la decisión final recaerá en el Gobierno y la familia real, quienes podrían optar por una ceremonia más discreta y privada.

Juan Carlos I traslada a Felipe VI sus últimas voluntades

Pero la polémica más grande está en su última voluntad, ya comunicada a Felipe VI: ser enterrado en el Panteón de los Reyes del Escorial, donde descansan los miembros de la dinastía Borbon. Este deseo plantea un problema de proporciones simbólicas y prácticas. El Panteón está completo, y para cumplir su voluntad sería necesario ampliarlo, lo que supondría un coste económico para el Estado.

el escorial

La idea de destinar fondos públicos para satisfacer el último deseo de una figura marcada por escándalos financieros y acusaciones de evasión fiscal ha generado una gran controversia. Para muchos, esto sería un agravio a la ciudadanía y una decisión difícil de justificar, dada la herencia y la fortuna personal que dejará a sus hijos.

En este contexto, algunos argumentan que un entierro más discreto, similar al que tuvo el rey Constantino de Grecia, sería lo más apropiado para evitar nuevas tensiones. Sin embargo, el emérito quiere mantener un lugar en la historia monárquica española, a pesar de que ello pueda ser un problema grande para Felipe VI.