Juan Carlos va camino de los 86 años, en el mes de enero, con una mala salud de hierro. Una expresión que hizo popular su coetáneo Jordi Pujol de quien siempre se afirma que tose, anda cojo, curvado y cabizbajo, y va haciendo años. El rey emérito parece que tiene asumido que morirá en el extranjero, que volverá a Madrid para su funeral de Estado en coma o en una caja. Pero de momento va haciendo vacaciones por todo el mundo. De su Abu Dhabi, su casa donde reside fiscalmente sin miedo a recibir inspecciones fiscales, ha viajado a un paraíso de vela la isla de Wight en la costa del Reino Unido, para una competición. Lo ha hecho en compañía de su primogénita, Elena, dispuesto a acompañarlo sus últimos días ahora que sabe que heredará la fortuna de centenares de millones evadidos y opacos. Por eso tiene su primogénito Froilán viviendo en Abu Dhabi, para que herede y gestione la fortuna: todo queda en casa y sin que Hacienda pueda investigar. Elena pasea al padre por la isla a bordo de un velero y se nota que los años pasan. Un Juan Carlos que, a pesar de operarse de estética hace unos días, aparece con sobrepeso y decrépito:
Según Jaleos después de aterrizar en Cowes, en la isla atlántica "Ha comenzado su entrenamiento para disputar el Campeonato del Mundo de Vela, de la clase Seis Metros, que se disputará desde el 4 hasta el 8 de septiembre. El emérito inició su preparación a bordo del Bribón, acompañado por la infanta Elena después de haberse preparado con la tripulación del Bribón, con su amigo Pedro Campos en Sanxenxo a finales del pasado mes de julio, donde logró la primera posición. El mundial que se va a celebrar Cowes, al norte de la isla de Wight, es el tercero en el que participa tras lograr el título en la categoría de clásicos en las competiciones disputadas en 2017 en Vancouver, Canadá, y, dos años después, en Hanko, Finlandia". Juan Carlos casi nonagenario y el resto de veleros dejándolo pasar.
En El programa de Verano de Telecinco le han preguntado si piensa volver a España y el rey se ha enfadado: "Hablame de regatas... que estamos en regatas". Y cuando le preguntan qué espera de las regatas responde con un tono de suficiencia estúpida: "Cuando vuelva te lo diré". No estaba de buen humor, con la boca torcida, apoyado de un guardaespaldas que más que protegerlo de atentados vela por su seguridad para que no caiga del pantalán al mar. Una imagen decrépita y una entrevista que lo deja en mal lugar. El padre del rey ya no está ni para regatas, ni para entrevistas ni nada más que una silla al lado de una ventana.
La imagen de la Corona sigue siendo nefasta. Mientras Leonor se esfuerza en Zaragoza haciendo ejercicios militares solo por imagen, Juan Carlos va de paraíso fiscal en paraíso de playa, a la dolce far niente, con los agentes de seguridad que le paga el Ministerio del Interior dando más lástima que otra cosa. Y con la boca torcida, por el bótox a los 85 años.