Paradojas de la vida: la visita de Juan Carlos a España molestaba a su hijo rey, Felipe, pero se lo tuvo que comer con patatas. Lo recibió en Zarzuela después de 2 años de huida a Abu Dabi y de un fin de semana de exhibicionismo impúdico en Galicia. Mientras tanto, en el exterior de palacio, otra hija lo esperó durante horas. Tenía razones para montar guardia mezclada entre el puñado de juancarlistas apostados en la carretera de acceso a la residencia real: que su padre la mirara a la cara. ¿Por qué? Porque Juanito nunca la ha reconocido como sangre de su sangre.
La lista de descendientes del Borbón va más allá de los Felipes, Elenass y Cristinas de turno. Faltaría el catalán Albert Solà, el camarero de La Bisbal, seguramente el que más ruido mediático ha hecho a lo largo de los años, pero también una ciudadana belga que asegura que Juan Carlos es su padre: Ingrid Sartiau. Tiene 56 años y siempre ha defendido que su madre fallecida y el monarca español mantuvieron una relación sentimental. Una más. De hecho guarda cartas manuscritas de la difunta señora al respeto. El programa de AR la entrevistó hace un par de años, donde decía que "me gustaría volver a reclamar la paternidad, que el juez me dé una segunda oportunidad". El Tribunal Supremo le negó la posibilidad de realizar una prueba de ADN.
Sartiau siempre ha fantaseado con el encuentro con el padre a la fuga. Incluso tiene muy claras cuáles serían las palabras que le diría: "Padre, soy su hija Ingrid y me haría muy feliz hablar de todo este tiempo atrás". Unas declaraciones que realizó a raíz del nacimiento de su primer nieto, es decir: del primer bisnieto de Juanito. El Borbón, sin embargo, pasa olímpicamente de ambos. O casi, porque también denunciaba las prácticas del entorno real para hacerla callar: se sentía observada por los servicios secretos del CNI, "no he sentido presión pero me he sentido controlada". Un modus operandi que resulta familiar, sabiendo lo que sabemos de la amante Corinna: ella lo ha denunciado y un tribunal de Londres mantiene la acusación contra Juan Carlos. Allí, de inviolabilidad, ni flowers.
Pues bien, Ingrid ha vuelto a la carga este días, intentando hacer realidad su sueño de encontrarse cara a cara con el que considera su papá. Lo hizo aprovechando la ocasión del periplo impúdico del veterano monarca de 84 años por su antiguo reino. 'La Otra Crónica' publica un pequeño texto al respecto, haciendo una revelación esperpéntica: Sartiau allí plantada en la carretera de Zarzuela, viendo pasar el vehículo del huido a toda velocidad sin detenerse ni mirar atrás. Su presencia quizás parece discreta o anecdótica, pero en la Casa Real nada es casual y todo el mundo está vigilado. Aun así le hicieron un ghosting de manual: "Ingrid Sartiau, autoproclamada hija ilegítima de Don Juan Carlos pese a lo que dijo la Justicia, estuvo el lunes 12 horas frente a las puertas del Palacio de la Zarzuela esperando cruzarse con el padre de Felipe VI. Pese a su paciencia, parece que nadie de la casa reparó en ella". Hay fotos.
Esta es la triste y patética afición que le queda a Juan Carlos: fans cutres, ultras monárquicos e hijos ilegítimos diseminados por el mundo. La Corona es la Casa de los Líos.