Juan Carlos I recibió la humillación más importante para un Jefe de Estado, el exilio. Son pocos reyes en el actual siglo XXI que han recibido ese castigo, y muchos menos a manos de sus hijos. Felipe VI se vio en la obligación de exiliar a su padre por sus constantes fechorías que hicieron temblar los cimientos de la institución. Su única misión era preservar su reinado y el futuro de Leonor, a la que ha desvinculado totalmente del apellido Borbón. Desde entonces el emérito ya no forma parte de la corona, no cuenta con ninguna función institucional.
El marido de la reina Sofía ha querido en muchas ocasiones ser testigo de algunos de los actos más importantes de la institución en los últimos años, como la jura de la bandera de Leonor, de Felipe, la jura de la Constitución de la Princesa o el X aniversario de la proclamación de su hijo como rey de España. Siempre ha recibido la negativa por parte del actual monarca. Incluso Felipe le ha pedido a Juan Carlos que cuando acontecen algunos de estos actos tan importantes tampoco esté presente en España, le quiere lejos. El emérito siempre ha culpado a Letizia de los desplantes de su hijo, para él es la mala de la historia.
Juan Carlos, vetado en todo lo relacionado con la corona
En 2020, el primer año en el exilio, Juan Carlos no pudo visitar España ni un solo día, todos los días los vivió en los Emiratos Árabes. En 2021 le dejaron venir a España por primera vez, siempre que consultase su viaje primero de todo con Felipe VI. El resto de años se hizo una desescalada progresiva. La intención de Casa Real es que los viajes de Juan Carlos ya no supusiesen ningún movimiento mediático. Y así ha sido en las últimas ocasiones. Ver al marido de la reina Sofía por Sanxenxo es algo totalmente normal que ya no genera ningún tipo de expectación.
Otro de los privilegios que ha perdido el monarca son sus vacaciones en Palma de Mallorca, igual que no es bienvenida a Zarzuela, tampoco lo es a Marivent. En estos últimos cuatro años no ha aparecido ni un solo día, algo que le apena porque allí ha vivido muchas aventuras y tiene grandes amigos en el club náutico, además de una amiga muy especial que le visita varias ocasiones al año en Abu Dabi, Marta Gayà, quién tiene residencia en Palma de Mallorca.