Juan Carlos I ha engañado a la reina Sofía en multitud de ocasiones. Su lista de amantes es muy extensa, nunca se quisieron, así que buscó otras conquistas. Algunas esporádicas y otras más serias, incluso por alguna estuvo a punto de terminar con la falsa de su matrimonio. Sin embargo, esta fama de mujeriego viene de antes de conocer a la madre de sus hijos. Ya de joven era todo un seductor, un hombre muy alto, fuerte y atractivo. Heredó la pasión de los Borbones, las mujeres.
Como Juan Carlos, y posteriormente Felipe, Leonor también realizará la obligada formación militar para cualquier futuro Jefe de Estado. El próximo jueves 17 de agosto ingresará en la Academia General Militar de Zaragoza donde realizará los dos primeros cursos en un año con el ejército de tierra.
La Academia ya ha visto a Felipe y a Juan Carlos. Por primera vez formarán a una reina. Los que compartieron clase con el emérito desvelan que entre formación y formación aprovechaba para acostarse con las mujeres más atractivas, alejado de los ojos de sus padres y del foco mediático. Son muy conocidas sus fiestas desenfrenadas en Zaragoza.
Relaciones en la Academia General Militar de Zaragoza
“El cadete Juan Carlos aprovecha los fines de semana (los viernes y sábados pernocta fuera de la Academia) para acudir, con el pequeño grupo de cadetes vips que le acompañarán en casi todas sus salidas, a fiestas privadas donde practica sexo con amiguitas circunstanciales, preferentemente del amplio colectivo de jovencitas de la clase media alta de la sociedad zaragozana”, cuenta en el libro el ex coronel Martínez Inglés. “También acude periódicamente el joven Borbón a hoteles de lujo de ciudades más o menos cercanas y, por supuesto, a establecimientos seleccionados de Zaragoza como el Gran Hotel de la capital maña (donde dispone de una suite de lujo pagada generosamente por su entorno protector militar) para relacionarse íntimamente, y a pesar de su edad, con mujeres hechas y derechas”, concluye sobre este episodio.
“Las escenas de sexo del Borbón Juanito, en ocasiones de sexo duro, extravagante, indecoroso, para nada homologable con el que realizan a diario los millones de juiciosos matrimonios españoles (y no solo de derechas) servían, en primer lugar, de motivo de comentarios nada favorables para la familia real entre los altos, altísimos mandos, de la cúpula militar y, claro está también, de los que no tan altos trabajábamos junto a ellos en ese estatus especial militar de los altos secretos, la máxima confidencialidad y la seguridad del Estado”, aporta el coronel retirado en su libro ‘El rey de las cinco mil amantes’.