Las primeras semanas de este 2024 supimos que el divorcio de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina se había cerrado definitivamente. Habían pasado dos años desde que salieran a la luz las fotos del ex deportista paseando con Ainhoa Armentia, tras lo cual Urdangarin y Cristina anunciaron su separación.
Un divorcio que no ha estado exento de polémicas. Problemas que han tenido que ver, sobre todo, con lo que Iñaki pedía a la infanta para guardar silencio sobre los secretos que conoce de Juan Carlos I, algunos amigos suyos poderosos y otros miembros de la familia real. Una serie de inconvenientes que no habrían existido si el emérito hubiera conseguido su cometido cuando contrajeron matrimonio el 4 de octubre de 1997. Y es que el ex monarca intentó boicotear la relación para que no siguiera adelante.
Juan Carlos I intentó evitar la relación desde el principio
El descontento de Juan Carlos I hacia Iñaki Urdangarin se remonta a los inicios de su relación con la infanta Cristina. El monarca nunca vio con buenos ojos al ex deportista olímpico. Lo que más le preocupaba era la reputación de 'don Juan' que precedía a Urdangarin, algo que no encajaba con sus expectativas para el esposo de su hija. Sabía bien que Iñaki se le parecía demasiado y no quería lo mismo para la infanta. En este sentido, se conoce que Iñaki mantuvo su relación con Carmen Camí mientras le tiraba los tejos a la infanta Cristina. Y no rompió su historia con Carme hasta que no se aseguró a Cristina. Además, Juan Carlos temía que su falta de sofisticación y sus orígenes de clase media pudieran convertirse en un problema para la familia una vez que Urdangarin se uniera oficialmente a ella.
La incompatibilidad entre los estilos de vida de Urdangarin y la familia real se hizo evidente rápidamente. Se puso en marcha una campaña contra Iñaki. , Juan Carlos tramó un plan para socavar su compromiso. Inspirado por su exitosa intervención en el noviazgo del príncipe Felipe con Eva Sannum, en el que sí consiguió alejar a la modelo gracias a una campaña de desprestigio, el rey buscó la ayuda de periodistas de confianza para crear una atmósfera hostil hacia la unión de su hija con Urdangarin. Por ejemplo, se publicaron fotos ridículas del ex deportista durante su tiempo en el Barcelona, acompañado de escoltas con ropa deportiva.
Así lo confirmó la periodista Consuelo Font, que contó en una intervención en LaSexta que su jefe entonces, Pepe Oneto, reconoció que Juan Carlos I le había contactado para perjudicar la imagen de Iñaki. “Era una maniobra que ya había funcionado con Eva Sannum y el príncipe Felipe”. Sin embargo, estos esfuerzos se vieron frustrados por la indiscreción de la infanta Pilar de Borbón, quien confirmó el compromiso antes de que se pudiera completar la campaña de desprestigio.
Al final Juan Carlos I cedió, pero el tiempo le acabó dando la razón
Juan Carlos I, viendo que no conseguía su cometido, no tuvo otra opción que aceptar la situación. Y no solo eso. También accedió a las peticiones de Cristina, que solicitó a su padre que colocara a Iñaki en un puesto de trabajo bien remunerado y con cierta influencia, a pesar de que sus intenciones se limitaban a situarlo en un puesto intermedio de medio pelo.
Algo de lo que Juan Carlos se arrepintió años después, cuando estalló el caso Nóos. De hecho, aprovechó aquel episodio para interferir de nuevo en la relación. “La obsesión del rey Juan Carlos y del entonces príncipe Felipe era separarles como fuera, porque veían que como cooperadora necesaria iba a caer sobre ella el peso de la justicia y eso dañaría a la institución”, señaló Font. Pero ya era demasiado tarde. Aunque al final se divorciaran, la situación ya se le había girado en contra.
El apoyo inicial de Juan Carlos a las ambiciones empresariales de Urdangarin terminó siendo una carga para la familia real, exacerbando las tensiones dentro de la institución. La ambición desmedida de la pareja y la indulgencia del rey solo sirvieron para socavar la estabilidad de la monarquía española, culminando en la abdicación de Juan Carlos y la persistente desconfianza hacia la institución que él representaba. El tiempo le acabó dando la razón en cuanto a sus intenciones iniciales de evitar que la relación siguiera adelante.