Los asuntos internos de los Borbones se parece a un partido de fútbol. No piensen en ningún equipo dirigido por Guardiola, con Messi, Xavi e Iniesta haciendo diabluras, tampoco en Cristianos Ronaldos gritando 'siuuuuuu' por un golazo marca de la casa. Qué va. Sería mejor hablar de un partido de regional, con juego duro y subterráneo constante. Hay de todo: zancadillas, patadas, codazos, bofetadas, insultos, tanganas. Tarjetas amarillas, rojas y el VAR. Humillaciones, venganzas... Lo que haga falta para imponerse al rival. Y parece que unos de los equipos está girando la tortilla: cuando todo estaba perdidísimo, han empezado a remontar. Es el equipo de Juan Carlos, comiéndole la tostada a Felipe por un fuera de juego clamoroso de Letizia. Estaba más adelantada que Jaime del Burgo y la han cazado. El contraataque es mortal.
La vendetta del emérito, cocinada por un amigo como Jaime Peñafiel, quien da voz al testimonio del excuñado de la reina reconvertido en su examante, ha empezado a dar frutos. Cualquier pitote que involucrara al patriarca autoexiliado en Abu Dabi ahora parece una llovizna inofensiva. Ha conseguido que la Justicia mire hacia otro lado con sus problemas diversos, ha puesto contra las cuerdas a antiguas amantes metiendo la mano en cadenas de televisión, y la guinda de Letizia infiel le ha dado alas. Un enorme regalo por sus 86 años. Y lo celebrará a todo trapo el 5 de enero, con una juerga multitudinaria en los Emiratos. El objetivo es marcar paquete y martirizar al rival noqueado. Como pasó con la famosa comida del aniversario de Elena, con los reyes presentándose sorprendentemente para confraternizar con sus enemigos.
Una vez más, es Pilar Eyre la que conoce todos los secretos de este movimiento de Juan Carlos. Las fuentes de la cronista catalana son de calidad y solvencia contrastada. Poco antes del estallido Del Burgo, del que Eyre, contrariamente a la omertà imperante ha hablado con libertad, la escritora publicaba en su revista de cabecera las intenciones del Borbón de montar una enorme "fiesta de autohomenaje, la fecha ideal para que la gente le demuestre que sigue siendo el rey". Y efectivamente, es lo que se ha ido cumpliendo. "El emérito quiere demostrarle a su hijo, que precisamente está pasando la peor época de su reinado, que él sí tiene un amplío respaldo social, por mucho que su nombre se arrastre de plató en plató y desde Zarzuela se le intente apartar y humillar. Quiere evidenciar que sigue teniendo una influencia decisiva". Y eso se traduce en una lista de VIPS invitados de primera categoría. Gente de su cuerda: Felipe González, Mario Vargas Llosa, "nuevas generaciones de nobles titulados, empresarios, cazadores, banqueros, periodistas... Y esos militares con los que sigue teniendo tan buena relación".
Eyre, magistral, relata un detalle que habla del ansia de Juan Carlos por la revancha: "Suena el móvil, "Oye, soy Juan Carlos". Su interlocutor no lo conoce apenas, no pertenece a su círculo, es la primera vez que hablan, ni siquiera tiene su número agendado, pero consigue articular una respuesta: "sí, dígame, señor". "Te llamo para invitarte el día 5 de enero en Abu Dabi. Vendrás ¿verdad?", le pide para su sorpresa el que fue rey de España. Y acaba con un "ya te enviaré un mensaje con los detalles". Y unas últimas palabras, "te ruego discreción"". Invitaciones a troche y moche, la cosa es hacer bulto. Ahora bien, ahora se plantea un interrogante: ¿conseguirá Del Burgo que Felipe y Letizia también visiten al emérito en Abu Dabi? Parece descabellado y logísticamente improbable, porque al día siguiente tiene que presidir a la Pascua Militar, pero como decíamos al principio, en este partido hemos visto de todo. Estamos preparados para cualquier contingencia.