Juan Carlos es famoso por cómo cae. Cae en una recepción, tropieza con una alfombra, se da de bruces bajando escaleras, cae en un safari en Botsuana. Cae mucho y cae bien. Cae mejor que su hijo. Felipe ha hecho bueno al padre. Y los cronistas reales con más fuentes explican la trastienda de la segunda abdicación del rey emérito. Peñafiel y Eyre coinciden en que ha sido una enorme humillación, del hijo al padre, con la complicidad de Letizia. Eyre lo escribe en Lecturas: "Una de las condiciones de la monarquía es “matar al padre”(…). Me cuentan que los desprecios y humillaciones vienen de muy atrás".

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El detalle que le regalan fuentes de Palacio a Eyre es muy significativo: "Cuando le facilitaron al rey emérito un despacho en el Palacio Real, en realidad se trataba de dos incómodas habitaciones de techos altos, con tan solo un pequeño calefactor, y que en su única visita había agarrado tal trancazo que no había vuelto nunca más". Mobbing laboral en Zarzuela. No es matar al padre, es escupir al padre. Una porquería de estufita para calentar la habitación de las ratas donde meter el despacho del anterior jefe de Estado y progenitor. Una humillación innecesaria y repugnante. Cría nueras y te sacarán los ojos.

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Eyre da fe de más actos de bullying del chulo de la escuela contra el niño cojo de clase: "Juan Carlos comentaba a sus amigos que debía ir a tal ceremonia, pero en el último momento se le avisaba de que su presencia no era necesaria. Que… que… hasta que usted dijo, “pues se acabó”. Arrinconado, enfermo y solo. Juan Carlos da pena, en el sentido literal. Y para los amantes de las tramas culebronescas con la mala en la sombra moviendo los hilos de su marido calzonazos: "El rey emérito culpa en Letizia, porque es el eslabón débil". Eyre no tiene claro que Letizia sea la culpable de la decapitación del rey. Hace tiempo que la periodista catalana señala a otra mujer de Zarzuela.

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La reina Sofía cae bien, pero en las novelas negras el culpable siempre es el que sale más beneficiado del asesinato.