Juan Carlos I mantuvo relaciones con más de 5.000 mujeres. Se le conocía como un “depredador sexual”. Esta siempre fue una de sus mayores perdiciones. Cometió grandes errores y locuras por las mujeres. Desde su adolescencia ya tenía fama de mujeriego. El exmonarca tenía una mujer en cada ciudad, la mayoría eran prostitutas de lujo que pagaba con los Presupuestos Generales del Estado. Otras eran artistas y presentadoras que ansiaba conocer de verlas en televisión. De algunas se enamoró, como Bárbara Rey, Corinna Larsen o Marta Gayà, con quien mantendría una relación en la actualidad y hasta la fecha es la única que no le ha traicionado por dinero. El emérito siempre ha pagado a todas por su silencio. Pero no han sido las únicas personas que han caído en sus riendas, y han sufrido las consecuencias.
Bárbara Rey ha concedido una doble entrevista en Telecinco tras la filtración de las fotografías con el emérito. A pesar de haberle pagado una gran cantidad de dinero por su silencio en aquella época, la vedette continúa aprovechándose de esa historia. Y no es la única a la que la prensa ha tentado en multitud de ocasiones con pagos millonarios.
Juan Carlos I se enamoró perdidamente de Olghina de Robilant, con quien mantenía una relación sentimental al conocer a la reina Sofía. Juan de Borbón se encargó de terminar con ese noviazgo. Pero mucho antes de todas ellas conoció a Nadiuska.
Nadiuska, otra de las artistas que podría haber atacado a Juan Carlos I
La vida de Nadiuska Bertisha Smid Honczar, una de las figuras eróticas más deseadas de las últimas tres décadas, es un reflejo desgarrador de cómo el tiempo y las circunstancias pueden transformar la fortuna de una persona. Conocida por su relación con Juan Carlos I, el ex rey de España, Nadiuska ha pasado de ser la amante del monarca a mendigar por las calles de Madrid, sumida en el olvido y la tristeza. Nadiuska, quien fue una plebeya, periodista y escritora, vivió un romance fugaz con el entonces príncipe, en un tiempo en que su vida parecía estar llena de promesas.
Sin embargo, su historia se tornó oscura cuando una enfermedad neurológica la llevó a perder su brillo y su lugar en la sociedad. A medida que su salud se deterioraba, también lo hacía su conexión con el mundo que una vez la rodeó. Hoy, Nadiuska reside en un pequeño apartamento de menos de 30 metros cuadrados, donde las noches se convierten en una lucha por encontrar comida en la basura. Su vida ha cambiado drásticamente desde sus días de glamour, y ahora se encuentra en un centro cercano a Ciempozuelos, donde las monjas se han convertido en sus salvadoras. “Estaba muy desmejorada, con la mirada perdida en el horizonte”, relata un periodista que tuvo la oportunidad de verla. Y revela: “casi no se relaciona con el resto de los internos, y aquellos que intentan recordarle su pasado se encuentran con que tiene la mente en blanco”.