La capital de España empieza a recibir visitantes con motivo de la comida de celebración del cumpleaños de la infanta Elena. La cita, contrariamente al que un digital y periodista catalana había afirmado, no es en la Zarzuela. Allí conmemorarán los 60 años que contemplan a la criatura, una cifra redonda que ha venido con regalo inesperado: un escándalo familiar. No sería ninguna novedad si sus protagonistas no fueran los supuestamente buenos de la película, Felipe y Letizia, los principales destructores de la armonía borbónica según el punto de vista del sector díscolo. El resto de la saga, por resumirlo mucho. Jaime del Burgo ha irrumpido como un tsunami destapando su relación amorosa, infiel y truculenta con la reina de España, quien, por cierto, también fue su cuñada. Y aunque en el histórico familiar haya un personaje muy conocido con decenas, centenares o miles de amantes, Letizia empata con uno solo. Un empate con sabor a victoria juancarlista.

La gran estrella invitada de la jornada es, por lo tanto, Juan Carlos de Borbón. Vuelve a la que fue su casa antes de largarse a Abu Dabi, y lo hace por primera vez sin tener que agachar las orejas. Ni Bárbara Rey, ni mandangas. Todo lo contrario, esta ocasión es única. Tiene el "y tú más" dibujado en los surcos de su cara. Y como, presumiblemente, no se producirá el reencuentro con su hijo y nuera, ha empezado su representación teatral nada más poner un pie en España. Acaba de aterrizar en Madrid hace pocos minutos, y su expresión gestual es demoledora. Bien distinto a las imágenes de visitas anteriores y recientes, cuando llegaba con órdenes explícitas de no dar la nota y mantener un perfil bajo. Ahora se la refanfinfla todo, para entendernos. Comparen:

ABRIL 2023:

Juan Carlos en el aeropuerto de Vigo / GTRES

DICIEMBRE 2023:

Juan Carlos llega a Madrid / GTRES

Una carcajada como esta no es casual. Es humillante. Juan Carlos es feliz. Es su venganza, cocinada a fuego lento entre un amigo incondicional como Jaime Peñafiel y un personaje de motivaciones turbias como Del Burgo. El navarro mezcla el despecho, el odio personal y unas convicciones políticas de tipo ultra que se han convertido en la tormenta perfecta para Felipe, rebautizado como Felpudo VI, y al que desearían ver abdicar. Al emérito, a estas alturas de la película, le importa todo un rábano: si para hacer daño hace falta una especie de golpe de estado, adelante. No sería la primera vez que maniobra para obtener un objetivo similar, aunque en otras ocasiones retrocedió acoquinado. Sí, hablamos del 23-F, de Tejero, de los tiros en el Congreso. Y no lo decimos nosotros, los protagonistas lo han señalado.

Jaime del Burgo / In‌stagram
Letizia / Twitter

Juan Carlos y sus acólitos representarán a lo largo de la jornada de hoy el papel de Isabel Pantoja, con aquel famoso 'dientes, dientes, que es lo que les jode'. Vuelve a sus antiguos dominios mientras en el palacio de la Zarzuela hay un matrimonio en crisis, una Letizia que no duerme y un runrún incesante entre los trabajadores de la institución. Podría ser su estocada final a la detestada mujer de su hijo, la principal inductora de su destierro en Emiratos. Seguro que pasará el festín haciendo bromas, cantando muy alto y fuerte, que se sepa que el rey ha vuelto. Un rey con mucho que callar, pero con una sed de venganza mayor que su dignidad. Huele la remontada, y se pierde. La cara es un poema, el reflejo del alma. Es el Joker.

Juan Carlos ríe / GTRES