Juan Carlos vuelve este viernes 17 de mayo al mar: si no hay imprevisto de última hora, subirá al 'Bribón' para participar en una nueva jornada de la liga española de embarcaciones de 6 metros en el Club Náutico de Sanxenxo. Después del fiasco de la última visita, en la que un resfriado aguó sus planes de recreo, ahora el horizonte parece mucho más propicio. Todo dependerá del estado meteorológico, que anuncia lluvias, pero con respecto a ánimos e intenciones, el Borbón está preparado. Cuando menos, ha cogido fuerzas, poniéndose las botas en una marisquería de O Grove, a 15 minutos de casa de su anfitrión, el armador, regatista y presidente del club, Pedro Campos.
Campos es el ángel de la guarda gallego del emérito. Cuando toca tierra en el aeropuerto, él le espera a pie de pista con su coche y su mujer. Lo aloja en su casa, como también hace con su hija Elena. Hace de chófer y lo acompaña constantemente durante una de sus aficiones más conocidas: comer y beber. Y claro, en esta tierra de rías y océanos, de pescados y marisco, el hombre es feliz. Recuerden que, al volver a Abu Dabi de una de sus primeras visitas a España, despegó en el jet privado con la bodega llena hasta los topes de crustáceos, moluscos y otros parientes. Eran sus souvenirs para los jeques. Pero seguro que se reservó algunas cajas para él. Es un glotón.
Juan Carlos y Pedro Campos visitaron hace unas horas un templo de estas viandas. Un local de nombre petulante y hortera, 'D'Berto', con una redacción de la carta destacable por un uso absurdísimo de las comillas, una oferta culinaria que hace salivar... y que destroza el bolsillo, la VISA e incluso el préstamo hipotecario. No es este, sin embargo, el problema del emérito, con una fortuna obscena repartida por todo el mundo, y una costumbre muy Borbón: no pagar. Tacaño, como su nieta Victoria Federica. Si puede ahorrarse unos céntimos, mejor. La generosidad ajena ha sido su soporte vital durante toda su existencia, y la exprimirá hasta el último día. El festín de la pareja, a la que seguramente se añadiría el guardaespaldas más próximo a Juan Carlos que le hace de bastón humano (el otro no para de estrellarse en el suelo), lo podemos bautizar como "la mariscada mileurista". Literal: viendo los precios, es fácil acercarse a esta cifra.
La salida del establecimiento fue muy jugosa. Con la barriga llena, el emérito se despedía del dueño del local con una conversación en torno a una preparación culinaria: "la salsa verde". Parece que es la preferida del royal, aunque no se encuentre en la carta. Seguro que la pidió y se la prepararon, de manera extraordinaria, a su cliente VIP. Unos pasos más allá, vemos a Pedro Campos con unas bolsas en la mano. Sí, son tuppers. Se llevan los restos a casa, quizás para ofrecerlos a la mujer rubia y brasileña del gallego, o quizás para la recena del emérito, que pierde la cabeza por unas almejas. Sea como sea, Campos ya tiene otro título: el de criado de Juan Carlos. La estampa es insólita. Chico para todo. Qué partidazo.