Juan Carlos I no piensa quedarse de por vida en los Emiratos Árabes, no obstante, en estos momentos es algo que le beneficia. Al vivir fuera de España no tiene que declarar su dinero en la Agencia Tributaria. El régimen fiscal de Abu Dabi beneficia a las grandes fortunas como la suya, de 2 mil millones de euros. Tras varias polémicas, y con tal de proteger la imagen de la corona, Felipe VI decidió exiliar a su padre a miles de kilómetros de España. Ya han pasado más de tres años y el marido de la reina Sofía ya ha expresado su deseo de volver. Sabe perfectamente que no podría quedarse a vivir en Zarzuela nunca más, ni tan siquiera en Madrid, aunque la infanta Elena le ha cedido su piso en numerosas ocasiones. Su destino sería Sanxenxo. De hecho, ya ha mirado alguna casa por las cercanías de la de Pedro Campos, su gran amigo. Busca un lugar discreto, íntimo y de un acceso imposible.
El emérito tuvo más ganas de volver a España cuando asistió al funeral de la reina Isabel II y al de Constantino de Grecia. Sabe que es mayor y que tiene varios problemas de salud. En sus últimos años de vida desea estar cerca de los suyos y de su país. Sería una deshonra para él y para su hijo. Al padre de Felipe VI le gusta cuidarse e intenta que no se vea ningún síntoma de mala salud. Odia que se le vea en silla de ruedas, un elemento que utiliza de vez en cuando, especialmente en momentos en los que tiene que estar demasiado tiempo de pie. En la boda del príncipe de Jordania se filtró una fotografía donde se le puede ver con ella. También se le ha visto con muletas o agarrado del brazo de su personal de confianza.
Juan Carlos quiere tener un funeral a la altura
Juan Carlos I tiene claro que quiere enterrarse en el panteón de los Borbones junto a su familia. No obstante, no hay sitio. A diferencia de la reina Sofía, que quiere ser incinerada y que se arrojen sus cenizas al mar Egeo que la vio nacer, el emérito quiere un funeral por todo lo alto como homenaje a su reinado. Quiere que toda España llore su muerte. Haya un día de descanso por su fallecimiento y todo el mundo que desea pueda asistir a su capilla ardiente a darle el último adiós.
Quiere un entierro a la altura del de la reina Isabel II, o como su padre, Juan de Borbón, enterrado en el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Su féretro se desplazó también en un armón de artillería y la comitiva salió del Palacio Real. Se le realizó una misa-funeral en la iglesia de San Jerónimo el Real, en la que participaron cientos de ciudadanos.
Se desconoce que sucederá con Juan Carlos ahora que ha sido desterrado. Es probable que no tenga ese funeral que se imaginó en su día y sea algo más discreto y familiar. Como se establece en el protocolo, el entierro de Juan Carlos contará con honores militares, ya que al emérito no se le trata como rey por su abdicación, sino como Príncipe de Asturias. Si fuese rey se lanzarían cinco cañones el día de su muerte y todos los días, al alba y al ocaso, hasta el día de su entierro. Las salvas tampoco se escucharían debido a su condición.
Es el Gobierno actual en ese momento el que le dé un rango de Estado, la familia real puede celebrar un funeral íntimo, solo con la familia y amigos más cercanos. Los honores militares no podrían faltar porque son obligados.