Este 11 de enero, la princesa Leonor ha iniciado en Cádiz una ruta de 17.000 millas que recorrerá a lo largo de 140 días y que la llevará hasta Nueva York recorriendo, en su trayecto, varios países latinoamericanos. Lo hará a bordo del Juan Sebastián de Elcano, el famoso buque escuela de la Armada. La heredera sigue así los pasos de Felipe VI y Juan Carlos I, que también pasaron por esta etapa en sus respectivas formaciones militares.
Felipe lo hizo en 1987. Mientras que Juan Carlos I estuvo 29 años antes, en 1958. Pero la estancia de Juan Carlos I en el Juan Sebastián Elcano fue más que un aprendizaje marítimo con maniobras y tareas en cubierta. En el interior del buque pasaban más cosas. Y es que cuentan algunas fuentes que el entonces príncipe no abandonó su afición por las mujeres mientras estuvo de travesía.
Juan Carlos I disfrutó a lo grande en su paso por el Juan Sebastián de Elcano
Juan Carlos hacía lo que quería. Contaba con la protección divina que le otorgaba el ser el próximo rey de España. Y disfrutaba de sus privilegios a su antojo, incluyendo las visitas de señoritas pagadas, una costumbre que ya practicaba en tierra, con las que pasaba veladas en el camarote del comandante para no levantar sospechas y evitar miradas indiscretas que pudieran ver a alguna mujer entrando en su estancia. Una serie de aventuras con mujeres que no hacían más que aumentar la larga lista de amantes de Juan Carlos que, según el coronel Amadeo Martínez Inglés, supera los 5.000 nombres.
También aprovechaba el tiempo en las ciudades que visitaba
Las historias sobre su comportamiento durante el crucero no terminan ahí. Se comenta que, en cada puerto al que el barco llegaba, Juan Carlos tenía alguna amante esperándolo. De una de ellas, en particular, habría estado tan encaprichado que le escribía cartas a diario.
Sin embargo, estas misivas nunca llegaron a su destinataria debido a las estrictas medidas de control impuestas por sus asistentes, que temían filtraciones o posibles escándalos. Incluso, se ha destacado que dichas cartas estaban plagadas de faltas de ortografía.