Si los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía han tenido una pareja favorita entre las de sus hijos Elena, Cristina y Felipe, ese ha sido Iñaki Urdangarin. El ex jugador de balonmano ha tenido una relación excelente durante muchos años con Sofía. La emérita incluso fue a verla a la cárcel de Brieva cuando ingresó a raíz del escándalo del caso Nóos, a pesar de las recomendaciones de Felipe de que no acudiera. Y qué decir del suegro, que le ayudó en sus inicios en el mundo empresarial. Incluso le echó una mano para que nadie supiera lo que hacía en sus empresas, pidiendo ayuda al CNI. Pero el final de la historia es digna de una serie de Netflix.
Tal y como explicaba The Objetive, Juan Carlos ayuda a Iñaki en su evolución en los negocios. Urdangarin acabó sus estudios de Empresariales en 2002, cinco años después de casarse con Cristina. Y Juan Carlos le facilitó unos cuantos contactos para que diera sus primeros pasos. Al final se juntó con su profesor Diego Torres y montaron Noos Consultoría Estratégica, a partir de la cual nace la asociación sin ánimo de lucro Instituto Noos.
El remedio provoca la enfermedad
Señala el medio que algunas de las actividades que llevaban a cabo llegaron a oídos de Juan Carlos, que se quedó bastante preocupado. Tanto que pidió al CNI que fueran una vez al mes a la sede que la empresa tenía en Barcelona para comprobar que no les espiaban. El encargo fue para el director del servicio de inteligencia, Jorge Dezcallar.
Sin embargo, en aquellas comprobaciones se hicieron varias copias de seguridad para comprobar que no había software maligno. Y ello permitió que terceras personas vieran de primera mano todo lo que hacía Urdangarin.
Al final Urdangarin paga los platos rotos
Obviamente, quien vio la información se la trasladó a Juan Carlos. Y saberla de antemano permitió al emérito preparar un plan para protegerse a él mismo y a su familia de la que les pudiera caer encima. Apunta el medio que Juan Carlos también puso todos los medios para proteger a Iñaki, pues cualquier culpa para él salpicaría también a la infanta. Al final, sin embargo, es Urdangarin quien carga con toda la pena mientras el resto se va de rositas.