Campanadas a muerte este 3 de marzo. No hablamos del famoso disco de Lluís Llach dedicado a la matanza franquista de 1976 en Vitoria-Gasteiz, no. Lo decimos en sentido literal. El repicar se oye desde la exclusiva finca mallorquina de Es Canyar hasta la fastuosa residencia de Juan Carlos de Borbón en Abu Dabi, donde se esconde desde agosto de 2020 para no hacer frente presencialmente a sus escándalos. El emérito está de luto. Ha muerto una buena amiga, Cristina Macaya: empresaria, filántropa y siempre rodeada de VIPS internacionales. También una gran colega de Marta Gayá, una de las amantes más leales del Borbón, quien incluso se habría dejado caer por el escondite de los Emiratos en alguna ocasión. Macaya ha fallecido a los 77 años víctima de un cáncer, y su pérdida está haciendo correr ríos de lágrimas en su selecto círculo de amistades.
Macaya, poseedora de una colección de arte singular y de valor incalculable, fue presidenta de Cruz Roja española y colaboradora de Proyecto Hombre, dedicada a la rehabilitación de personas adictas. Madre de 4 hijos y abuela de 18 nietos, era también la anfitriona perfecta de ricos y poderosos. Diarios como ABC o el digital Vanitatis explican sus conexiones: los príncipes de Mónaco, las Koplowitz, los Clinton, los Obama, Cristina Onassis, Valentino, Felipe González... Dicen que a pesar de su selecta agenda no era excluyente: acogía también "a la gente que había dejado de tener poder y que se convertían en invisibles para el mundo económico y social", incluyendo a ""las mujeres divorciadas a las que su exmaridos potentes habían dejado por la joven de turno". Este concepto tiene una música que recuerda a Juan Carlos. Él nunca se ha divorciado de Sofía, pero ha estado a dos minutos de hacerlo en más de una ocasión. Nunca sabremos, sin embargo, si hubiera sido tan hospitalaria con la griega. Porque la unión con el Borbón era fuerte.
Cristina Macaya, filántropa, anfitriona de VIPS y defensora de Juan Carlos
La difunta Cristina no formó nunca grupo con Juan Carlos, pero existía una relación intensa y próxima. Incluso con toques de adulación, como era una costumbre muy extendida durante buena parte del reinado del padre de Felipe VI. La defensa era a muerte, contra todo y contra todos. " "A Juan Carlos lo conozco desde pequeña y no me importa que digan que me he ido con él. Lo que están haciendo es masacrar a una persona que dio apertura a España. Esa rubia a la que no conozco le ha hecho mucho daño. Pero España sería cateta si Juan Carlos no hubiese hecho muchas cosas, creéme", explicó en las páginas del monárquico ABC. España cateta sin el Borbón. Quizás mejor cateta que indecente, que escandalosa, que amoral. Pero vaya, es un debate, como cualquier otro.
La tristeza de Juan Carlos desde Abu Dabi: la muerte lo frecuenta más de lo que querría
La tristeza del emérito al recibir la noticia habrá sido notable. Por la persona finada y por una obviedad: la muerte sobrevuela su figura. Normal teniendo en cuenta su edad, 85 años, pero que no deja de ser difícil de digerir. Sobretodo porque es un tipo de proscrito que no puede volver a España cuando le da la gana, y poder así estar junto a sus íntimos en situaciones dolorosas o luctuosas, como es el caso. La gran preocupación, de hecho, es que le llegue su hora a miles de kilómetros de su reino. O exreino, porque ya no sabemos ni quién es realmente el Borbón.
Descanse en paz, Cristina.