La reina Letizia enfrenta una de las etapas más complejas de su vida dentro de la familia real, con quien mantiene una relación tensa y distante. Desde su incorporación a la Casa Real, Letizia no ha logrado integrarse plenamente ni sentirse aceptada. La actitud de los demás miembros hacia ella ha estado marcada por la frialdad y, en ocasiones, el desprecio, lo que ha generado un aislamiento progresivo. Este contexto ha alimentado su resentimiento, llevándola a tomar decisiones que han tenido repercusiones significativas en el entorno familiar. Una de las más comentadas fue su papel en la salida de España de Juan Carlos I, a quien considera su principal adversario. No obstante, el emérito, pese a no enfrentar cargos judiciales, ha comenzado a recuperar cierta libertad de movimiento, lo cual inquieta a la esposa de Felipe VI. A esto se suma que Letizia percibe traiciones en todos los rincones de la familia, lo que intensifica su sensación de soledad.
La aparente fractura dentro de la familia real es, sin embargo, más superficial de lo que parece. Aunque públicamente podría interpretarse como un distanciamiento general, la realidad es que las tensiones están focalizadas en torno a Letizia. El resto de los miembros mantiene relaciones cordiales entre sí, a pesar de diferencias históricas. Por ejemplo, la reina Sofía y Juan Carlos, a pesar de su separación y los conflictos derivados de las infidelidades del rey emérito, logran sostener un vínculo amistoso. Las videollamadas han facilitado estos intercambios desde que Juan Carlos reside en los Emiratos Árabes, permitiendo una comunicación discreta pero constante.
Juan Carlos se conecta con su familia por videollamada
Por su parte, Felipe VI ha intentado equilibrar su vida privada y sus deberes como monarca, buscando no confrontar abiertamente a Letizia. Muchos de los roces dentro del matrimonio tienen su origen en las relaciones de Felipe con su familia. Cada noche, el rey visita Zarzuela, donde residen su madre, la reina Sofía, y su tía Irene de Grecia. Además, mantiene contacto diario con su padre, Juan Carlos I, mediante llamadas y videollamadas privadas.
El compromiso de Felipe con las tradiciones familiares es otra fuente de tensión. Aunque intenta proyectar una imagen de modernidad y distanciamiento de ciertos aspectos del pasado borbónico, sigue siendo un hombre profundamente influido por la educación tradicional y religiosa que recibió. La reina Sofía, por ejemplo, mantiene intacta su rutina de asistir a misa, ya sea en persona o virtualmente junto al rey emérito. Una tradición que sigue viva es la asistencia a misa en la capilla de Zarzuela cada 1 de enero, una costumbre impulsada por Sofía.
En contraste, Letizia ha reducido el peso de la religión en la vida familiar. Durante la Navidad, Felipe acude solo a la Misa del Gallo, una tradición que su esposa y sus hijas han optado por no adoptar. Mientras tanto, la reina Sofía continúa participando fielmente en esta ceremonia, sin haber faltado ni una sola vez.