Juan Carlos de Borbón ya está en Madrid quemando la última etapa de su visita de fin de semana a España tras 2 años huido en Abu Dabi. Un compromiso espinoso: volver a la Zarzuela, la que fue su casa durante décadas, y verse las caras con el hijo rey, Felipe VI, y su mujer, Sofía de Grecia. La segunda le espera, dicen, con los brazos abiertos. A pesar de haberla engañado, humillado e ignorado toda la vida, la señora no escarmienta. Muy diferente es el caso del encuentro con 'El Preparao': debe estar que trina con el show de su padre en Sanxenxo, actuando como una estrella de rock, desafiante y fanfarrón.
El acto ha sido declarado como una actividad no oficial y, por lo tanto, nos quedaremos sin ver imágenes del interior de palacio. Tendremos que esperar a que las gargantas profundas informen sobre qué pasó allí y quién fue y quién no. Teóricamente Letizia no piensa asistir por varias razones: por la repulsión que le provoca su suegro y por haber sido ridiculizada en el comunicado de la Casa Real anunciando la llegada del emérito. Ni la nombraban, no existía. Pero algunas fuentes supuestamente oficialistas dicen ahora que sí, que estará. ¿Para hacerle la puñeta? ¿Para marcar territorio? ¿Para decirle "vete y no vuelvas"? Se aceptan apuestas.
Si finalmente la consorte asiste a la reunión borbónica, habrá sido un jarro de agua fría para el emérito. Sería el segundo del día, una bonita forma de empezar la semana. El primero ha sido ver lo que pasaba en el exterior de Zarzuela durante su llegada desde el aeropuerto. La escena era esperpéntica, lamentable, triste y humillante. La afición ha fallado a su ídolo. Una puñado de incondicionales, armados con rojigualdas, algunos engalanadosy otros con parafernalia diversa, se han acercado hasta el recinto real para demostrar su pasión juancarlista. ¿Cuántos? Pues mira, entre todos podrían juagr un partido de fútbol. Poca cosa más. ¿Dónde están sus fans? ¿Cómo le han hecho esto? Pobre hombre, le va a partir el corazón.
Más que un recibimiento o un ongi etorri monárquico eso era una mezcla entre una fiesta de disfraces y un funeral. Como siempre, más periodistas, cámaras y reporteros que fieles del emérito. Juan Carlos habrá alucinado, seguro. Con lo que él ha hecho por España y los españolitos, y mira cómo le devuelven la moneda. Ah, gente desagradecida. Cría cuervos (o súbditos) y te sacarán los ojos. En Galicia había muchos más supporters por metro cuadrado, ¿qué pasa con Madrid? ¿Ahora es roja y republicana? No. Quizás es que incluso los fachas quieren que se marche de una vez y deje de tocar las narices al personal.
El show se acaba. Sólo queda verle su cara saliendo de Zarzuela y ver cómo despega el jet privado que lo devolvera a los Emiratos. Quizás entonces hay más gente en el aeropuerto diciéndole bye-bye. No lo queremos cerca si no es para dar explicaciones y asumir responsabilidades. Buen chiste este, ¿verdad?