Juan Carlos I cumplió 86 años en enero pasado y, según su entorno cercano, está profundamente preocupado por el día en que llegue su muerte. Durante mucho tiempo, el rey emérito se consideraba casi inmortal gracias a su buena salud. Sin embargo, ahora es consciente de que eso es imposible, y sabe que con cada día que pasa, se acerca más el momento en que su salud empeorará. Al esposo de la reina Sofía no le gusta mostrar signos de debilidad o derrota, lo que lo ha llevado a someterse a diversos tratamientos de medicina regenerativa para aliviar sus dolencias.
Desde hace varios años, Juan Carlos I ha sufrido problemas de movilidad. En 2012, fue sometido a su primera operación de cadera tras una caída en Botswana, y desde entonces ha pasado por varias cirugías más. Actualmente, utiliza una silla de ruedas en gran parte de su vida cotidiana, algo que le incomoda profundamente, ya que no desea ser visto en esa condición. Por esta razón, cada vez que viaja a España, ya sea para cumplir compromisos familiares o asistir a regatas, se desplaza hasta Vitoria, donde se encuentra su médico de confianza. Allí recibe tratamientos con células madre y plaquetas en sangre, lo que le permite mantenerse de pie y caminar con la ayuda de un bastón y el apoyo de una persona cercana durante esos breves periodos.
Juan Carlos I acabará sus días en una silla de ruedas
Además de sus visitas a Vitoria, Juan Carlos también acude al hospital La Tour en Ginebra, donde las noticias sobre su estado de salud no son alentadoras. Los médicos ya han informado a sus hijos que el rey emérito probablemente pasará sus últimos días en una silla de ruedas y, más adelante, postrado en una cama debido a su avanzada edad. Sin embargo, esta no es la única preocupación que afecta a su familia. Felipe VI, junto con sus hermanas, las infantas Cristina y Elena, han mantenido reuniones privadas para discutir el estado de salud de su padre y evitar que la preocupación por la imagen de la corona trascienda a la opinión pública.
En estas reuniones familiares, un grupo de neurólogos ha evaluado a Juan Carlos y ha advertido que está comenzando a mostrar signos de demencia senil, algo que es comprensible dada su edad. Fue la infanta Elena quien primero notó algunos de sus despistes y lapsus de memoria. Este proceso de envejecimiento ha dejado a Juan Carlos profundamente triste, y su familia teme que caiga en una depresión, como ya le ocurrió cuando tuvo que exiliarse.
Cristina ha ofrecido quedarse con su padre en Ginebra para cuidarlo, mientras que Elena presiona para que regrese a España. Felipe VI, por su parte, parece no estar dispuesto a tomar una decisión definitiva por el momento, aunque sigue evaluando la situación con cautela.