El rey Juan Carlos se va. Una desaparición repentina de la agenda oficial española que hará correr ríos de tinta y píxeles: ¿cuál es la auténtica razón por la cual el rey emérito deja de cobrar y representar al Estado a los 81 años? Pilar Eyre, la cronista que más ha escrito del rey en libros, columnas y horas de TV y radio, ha revelado en Lecturas la cruda verdad: el rey está fastidiado de salud. Si la monarquía es imagen, la del emérito está a punto de quedar en silla de ruedas. Ha habido reyes, presidentes de los EE.UU. o primeros ministros poderosos en Europa que han seguido en ejercicio en silla de ruedas pero en Zarzuela han convenido que mejor no exponer la imagen de un rey decrépito en los años a que le quedan de vida. La Corona ensayó la foto para ver cómo se lo tomaban los españoles:
Era un acto de bajo perfil, muy menor: almuerzo oficial con un descendiente del rey de la actual república de Rumania. Nadie esperaba la foto, pero en Zarzuela consideraron que era la hora de enseñar al monarca en esta situación para ir acostumbrando a los súbditos a un rey postrado. Nadie prestó demasiada atención. Hasta ahora. Escribe Eyre que el rey avista su muerte: "Se encamina apaciblemente hacia el último tramo de su existencia". La prensa europea dice la verdad que la española no osa publicar, por pudor, respeto o costumbre de ocultación: "Apenas puede andar, se le nota muy deteriorado". Durante el funeral del Gran Duque de Luxemburgo fue demasiado evidente: le tuvieron que poner a Juan Carlos un señor luxemburgués forzudo para sujetarlo del brazo y aguantar al rey de pie:
Eyre lo escribe crudo y claro: "Misteriosas operaciones de las que no se habla, estancias de incógnito en el hospital, la silla de ruedas para desplazarse por Zarzuela que se niega a utilizar en públio (...) Podría haber sido intervenido de nuevo. La actitud atenta de doña Sofía, los gestos cariñosos de sus hijos y sus nietos, no hacen más que confirmar los informes alarmantes que nos están llegando este último año sobre la salud de don Juan Carlos". No es que la familia lo achuche más, es que se están despidiendo de él.
La verdad es dura: "Ya no está en condiciones de llevar una vida pública, ni deben ofrecerse explicaciones sobre su aspecto". España ya ha digerido convivir con un rey bajo la sombra de la corrupción y la certeza del adulterio y la falsedad pública. No hay más. Como en algunas familias, Zarzuela esconde al abuelo.