Si hay algo que define y definirá para la eternidad al rey Juan Carlos I, al margen de sus corruptelas y obsesión por el dinero, es su agitada vida extramatrimonial. Desde tiempos inmemoriales, el padre de Felipe VI ha engañado a su esposa, la reina emérita Sofía, manteniendo relaciones con todo lo que se movía. De hecho, se comenta que Juan Carlos I y Sofía solo mantuvieron relaciones hasta que nació Felipe. Una vez Juan Carlos tuvo un heredero varón, dejó de compartir lecho con su mujer.
Mientras tanto, no han dejado de surgir especulaciones y rumores acerca de sus amantes. Nombres y más nombres que ya forman parte de la historia de España. El más sonado es el de Bárbara Rey. La vedette fue su amante durante años, en una relación confirmada por las fotos que publicó la revista holandesa Prive en las que se los veía en plan muy cariñoso.
Juan Carlos I pagaba por encuentros con una empleada de TVE
Antes de este conocido romance con la artista, otra figura del ámbito público ocupó un lugar destacado en su vida personal: una trabajadora de TVE, con la que mantuvo encuentros discretos a cambio de pagos exorbitantes.
Fue el periodista Joaquín Abad quien destapó este episodio de la vida del entonces monarca. Según sus investigaciones, la relación con esta mujer fue cuidadosamente gestionada, con el pago de 500.000 pesetas por encuentro (3.000 euros), una cifra escandalosa para la época. Este detalle no solo evidenciaba la magnitud de los recursos empleados, sino también el alcance del poder del rey, que usaba su posición para garantizar que sus aventuras permanecieran en la sombra.
Encuentros en absoluto secreto
Los encuentros eran organizados con meticulosidad por un equipo de confianza. Figuras clave como Manuel Prado y Colón de Carvajal, íntimo colaborador del monarca, se encargaban de los pagos y de todos los arreglos necesarios. Las citas tenían lugar en ambientes de lujo, como el hotel Villamagna en Madrid, seleccionados estratégicamente para evitar la mirada de la prensa o cualquier indiscreción que pudiera amenazar la imagen pública de Juan Carlos I.
El proceso seguía un patrón definido. Una vez que el monarca mostraba interés por una mujer, su círculo se encargaba de acercarse a ella y presentar las condiciones del acuerdo. Muchas veces, el poder y el dinero resultaban ser factores determinantes para que estas mujeres aceptaran participar en este tipo de encuentros. Este esquema se repetía con otras figuras públicas, convirtiéndose en una práctica habitual que desnudaba una doble vida cuidadosamente ocultada.
La reina Sofía calló por el bien de la corona
Este episodio con la trabajadora de TVE no fue un caso aislado, sino el reflejo de una forma de vida marcada por los excesos y el uso de recursos para sostener un entramado de relaciones clandestinas. Décadas después, estos mismos patrones se repetirían con otras mujeres, como Bárbara Rey o Marta Gayà, pero la magnitud del control ejercido sobre estas situaciones siempre fue la misma.
Y mientras tanto, la reina Sofía, consciente de los engaños de su marido, adoptó una postura pragmática frente a estos comportamientos. Aunque conocía las escapadas de su esposo, prefirió mantenerse en el matrimonio, priorizando la estabilidad de la monarquía por encima de sus propios sentimientos. Sin embargo, algunos episodios, como el romance con Bárbara Rey, llegaron a tensar tanto la relación que en una ocasión abandonó temporalmente su hogar, buscando refugio en la India junto a sus hijos.