Juan Carlos nunca ha confirmado los rumores, pero tampoco ha querido desmentirlos. Según sus amigos más íntimos, el exmonarca habría estado con más de 5.000 mujeres, aunque la mayoría de ellas eran prostitutas de lujo. Era la perdición del Borbón haciendo gala a su apellido. Relaciones esporádicas que no iban a ningún sitio, sin embargo algunas mujeres le robaron el corazón y prácticamente le hicieron perder la cabeza y cometer más de un fallo. Se enamoró perdidamente de Bárbara Rey, Corinna Larsen y Marta Gayá. Con la última aún mantiene relaciones, mientras que fue la empresaria alemana quién hizo que estuviese a un paso de comunicar su divorcio con la reina Sofía.

Juan Carlos con el hijo de Corinna

La primera gran infidelidad duradera la vivió con Bárbara Rey, una relación que ha confirmado la propia vedette, pero de la que no existen pruebas gráficas hasta la fecha. No obstante, Ángel Cristo Jr, hermano de Sofía Cristo, podría sacar a la luz unas fotografías de ambos que él mismo hizo y por las que podría cobrar millones de euros.

Juan Carlos guardaba fotografías privadas de sus amantes en una habitación secreta 

Corinna Larsen fue su verdadero amor. En 2004 cayó rendido a sus encantos. Destacaba su elegancia, su belleza y su inteligencia. A ella le gustaba su carácter bromista y su actitud, no se creía nunca más que nadie por el simple hecho de ser rey. Viajaban juntos y la llamaba hasta diez veces al día. Cuando ella preguntó el papel de Sofía, él contestó que “tenían un acuerdo para representar a la Corona, pero con vidas totalmente diferentes e independientes” según reveló Corinna en la BBC.

Corinna Larsen y Juan Carlos I

Hablaban a diario por teléfono, aunque de forma privada para que la reina Sofía no se percatase de ello. Pensaba en ella las 24 horas del día y solo se imaginaba una vida a su lado. En una ocasión casi la descubren al traérsela al recinto de la Zarzuela. Quiso enseñarle su habitación secreta. Nadie tiene acceso a ella. Quería mostrarle todas las fotografías que guarda en su interior de ella y de sus hijos. Se trataba de un pasillo vigilado por una puerta electrónica escondido de la reina Sofía y el personal de servicio.

“Tenía una zona completamente reservada para él dentro del palacio y creo que quería que yo la viera”, afirmó ella en el podcast. La reina Sofía nunca tuvo acceso a esta sala escondida que no era visible a los ojos de nadie. Se encargó de esconderla bien. Era un lugar para desaparecer.