Juan Carlos I estuvo muy enamorado de Olghina de Robilant, una escritora plebeya. Una mujer que lógicamente no podría casarse con un futuro rey de España. Juan de Borbón hizo todo lo posible para acabar con esta relación. Su hijo debía casarse con la reina Sofía, hija de la reina Federica, de esta forma emparentaría la corona española con la griega. Los dos se casaron sin estar enamorados, por ello su matrimonio fue un absoluto desastre desde la luna de miel. La emérita es una mujer muy tradicional, familiar y religiosa e hizo todo lo posible por formar una familia y enamorarse de su marido. Pero no recibió la misma respuesta por parte de Juan Carlos. El padre de Felipe VI engañó a su mujer con otras mujeres, se habla de miles de engaños. Solo mantuvo relaciones íntimas con ella con el fin de dar a luz al futuro varón que heredaría la corona, y para su mala suerte los dos primeros nacimientos fueron niñas, Elena y Cristina.

Parece que Juan Carlos I podría sentir celos de su familia al emparentarse con personas con las que eran felices, por ello intentaba destruir todas las relaciones de sus hijos. La única que aprobó su método fue la infanta Elena. Ella sabía que no podía salir con ningún plebeyo, debía ser alguien de la realeza. Por ello se casó con Jaime de Marichalar, pero su matrimonio fue un absoluto desastre, nunca se quisieron y discutían cada día.
Juan Carlos I no confiaba en Iñaki Urdangarin
Cristina y Felipe VI decidieron saltarse esa norma absurda y se enamoraron de plebeyos. En el caso del monarca mantuvo cuatro relaciones, con Gigi Howard, Isabel Sartorius, Eva Sannum y Letizia. Juan Carlos I se encargó personalmente de acabar con todas las relaciones de su hijo. Contactó con el CNI para que le facilitasen información delicada de estas mujeres y llevarla a la prensa para ponerlas en el foco mediático. Así se separaron, pero con la actual reina no pudo. Era demasiado ambiciosa, no estaba dispuesta a que la echasen del trono.
La primera boda que intentó boicotear siguiendo esas sucias armas fue la de Juan Carlos I. El emérito nunca confió en el deportista, aunque luego se hicieron grandes amigos y tenían algunos asuntos profesionales juntos. No le gustaba que fuese muy parecido a él. Era un hombre muy seductor, atractivo, que se creía más de lo que era. De hecho, se enteró que el exjugador de balonmano se veía con otra mientras conocía a Cristina. Intentó destruir esa relación, pero la infanta amenazó con abandonar la corona e instalarse para siempre en Barcelona con él.
