La ronda de entrevistas de Jaime Peñafiel con motivo de la publicación de su nuevo libro sobre Juan Carlos I, "Los reyes también lloran", está dando mucho de sí. Como buen fan inquebrantable del Borbón, el veterano periodista hace verdaderas cabriolas para blanquear la deteriorada imagen del monarca huido, mientras dirige sus puñales contra el heredero y Rey, Felipe VI, así como contra Letizia, a la que detesta profundamente. A lo largo del fin de semana nos ha ido dejando muestras de esta actitud servil y numantina: lo expía de sus pecados y presuntos delitos con un "y tú más" de manual, mientras que utiliza la condescendencia en temas de faldas, una de las debilidades del residente en Abu Dabi. La admiración es total, por mucho que en ocasiones no haya tenido más remedio que aceptar la evidencia y censurar sus escándalos mayúsculos. Después se le pasa, y como buen amigo, le perdona todo. No son sólo amigos: de hecho, hicieron negocios juntos. Uno muy curioso... y caro.
Ha sido en el diario vasco El Correo donde Peñafiel ha dejado un detalle desconocido de su relación con el emérito. "Le compraba todo", asegura. Pero no sólo metafóricamente, no. El de Granada llegó a rascarse el bolsillo para abonar 2.000€ a Juan Carlos para un perro. Un golden retriever, concretamente, que se convirtió durante años en un miembro más de su familia. Una morterada, sí. Haciendo una búsqueda sobre el mercado de compraventa de esta raza tan bonita y estimable, los encontramos desde 600 a 1000€. Pero clarot, ratándose de Borbón, todo es de lujo. El precio, sobre todo. Ahora bien, según el escritor, cada euro estaba bien invertido: "era un perro casi humano. Solo le faltaba hablar". No estaría mal que hablara de su primer dueño, no.
Pensar en Juan Carlos como criador canino es, cuando menos, sorprendente. Durante 25 años, eso sí, se dedicó a la cría y a los concursos de estos animales. De hecho, según recoge Vanitatis "otros criadores se quejaban porque decían que siempre ganaban los perros de Zarzuela". De las camadas regaló unos cuantos: a Jaime de Marichalar, a José Luis de Villalonga o a Inocencio Arias. Peñafiel no tuvo tanta suerte: a el le cobró religiosamente. Ahora bien, imaginarse al Borbón contando fajos de billetes no estraña ni un ápice.
Los negocios de Juan Carlos son inescrutables... e inagotables. Le saca chispas a todo.