Juan Carlos de Borbón ha visto cómo su leyenda como gran rey de España se hundía por su afición a las comisiones y a los regalos de sus amigos árabes. Por eso ya no es residente en el Estado español, si no que se trasladó a toda prisa a los Emiratos Árabes huyendo de la posible acción de la Justicia. Allí lo tratan como un hermano, vive a todo trapo. Ahora sólo vuelve para hacer visititas de ocio y recreo, como ha pasado este pasado fin de semana en Sanxenxo, con parada final en la Zarzuela. No es, sin embargo, el único vicio del exmonarca: las mujeres, los toros y los festines también le hacen perder la cabeza.
La buena mesa (y los kebabs) deshace al veterano exJefe de Estado de 84 años. Quizás hoy en día ya no puede permitirse grandes exhibiciones, porque hay delicias que no son las más recomendables para su salud delicada y movilidad menguante. Por ejemplo, el marisco. Gallego, para más señas. La especialidad de la tierra donde ha pasado este días de excursión con los colegas, pero que según las crónicas no probó en casa de su anfitrión Pedro Campos al llegar de viaje por estar "cansado". Demasiado ácido úrico, ya saben. Y no era cuestión de quedarse clavado al día siguiente mientras intentaba subir al Bribón, ante sus fans y los medios de comunicación. Por eso los percebes, nécoras, centollos y similares tan característicos de la zona fueron indultados. Sólo por unos días, eso sí.
El Borbón no se ha marchado de Galicia con las manos vacías, no. Según leemos en la revista 'Semana', llenó la bodega del jet privado con el que ha hecho el recorrido Abu Dabi-Vigo-Madrid-Abu Dabi con un cargamento indecente de souvenirs. La tripulación debió estar contenta, porque el contenido era precisamente un surtido gigantesco de marisco gallego. Imaginen el aroma a la cabina, con los crustáceos y de más sufriendo el calor que hacía el lunes, mientras esperaban que volviera de comer durante 11 horas con Felipe y más miembros de la familia. Arrasó con las existencias para llevarlas hasta los Emiratos, quizás para pegarse un festival en su estricta y solitaria intimidad del desierto. Aunque en la revista nos informan de otra teoría, recogida a partir de las palabras de un familiar y admirador muy mediático: Alessandro Lequio.
Según el italiano, Juan Carlos llenó la aeronave con este vicio culinario porque quería regalarlo a sus amigos de los Emiratos. Una contrapartida muy sabrosa para agradecerlas las atenciones. Debió ser mucho marisco, porque el séquito del exmonarca era reducido y su equipaje todavía más. Dicen que pagó por| el cargamento, cosa que nos deja todavía más de piedra que la propia revelación. ¿Juanito pagando una factura? ¿Ha enloquecido? ¿Está hablando del mismo Juan Carlos que todos conocemos? Este 2022 no deja de estremecernos.
Marisco de contrabando, el nuevo empleo de Juan Carlos. Galicia calidade.