Juan Urdangarin es el miembro más discreto de los Urdangarin, caracterizado por mantenerse siempre en un segundo plano y evitando el foco mediático. A diferencia de sus tres hermanos, nunca ha protagonizado portadas ni se le han conocido relaciones públicas. Miguel, por ejemplo, ha iniciado un romance con Olympia, una estudiante venezolana; Irene ha sido relacionada con Juan Urquijo, un joven de su entorno familiar; y Pablo lleva dos años saliendo con Johanna Zott, una excompañera del Liceo Francés. En contraste, al mayor de los hijos de la infanta Cristina no se le ha atribuido ninguna relación sentimental hasta ahora. Juan, al igual que su abuela, la reina Sofía, es profundamente creyente y muy cercano a su familia, aunque es conocido como el "lobo solitario". Ha aparecido en contadas ocasiones públicas junto a su madre, como en el homenaje a Constantino de Grecia en Reino Unido o la boda de Almeida y Teresa Urquijo. No asistió al reciente cumpleaños de la princesa Leonor.
El mayor de los Urdangarin fue quien más sufrió las consecuencias del caso Nóos. Mientras sus hermanos eran demasiado pequeños para comprender lo ocurrido, él asumió el papel protector. La presión mediática era abrumadora, con cámaras acosándolos diariamente y periodistas apostados frente a su casa. La familia tuvo que mudarse de Barcelona, dejando atrás amigos y recuerdos, primero a Washington y después a Ginebra. Juan, cansado de los constantes cambios, decidió estudiar en el Reino Unido, donde finalmente encontró la paz que tanto necesitaba y optó por quedarse.
Juan Urdangarin no consigue dejar su adicción
Su vida escolar tampoco fue fácil; sufrió acoso, siendo testigo de cómo insultaban a sus padres llamándolos “chorizos”. Presenció cómo su padre, Iñaki Urdangarin, dejó de cruzar la puerta del hogar para ingresar en prisión, marcando el mayor escándalo de la monarquía española. En medio de todo, Juan asumió un rol casi paternal, cuidando de sus tres hermanos pequeños en ausencia de una figura paterna.
Todos estos acontecimientos en su vida le han generado estrés y ansiedad y un crecimiento prematuro, perdió su adolescencia y prácticamente su juventud. Cuando llegó a Reino Unido el joven empezó a fumar, hasta el punto de convertirse en una adicción con más de un paquete diario. Acude al psicólogo dos veces al mes para afrontar varios problemas, entre ellos conseguir dejar el tabaco. Sabe que es perjudicial, pero lo necesita para calmar sus nervios. Lleva tres años intentando salir sin conseguirlo.