Juan Urdangarin es un miembro de la familia real española del que se habla poco, ya que siempre ha mantenido un perfil bajo y discreto a lo largo de los años. Mientras que su hermano Pablo ha sido más visible y ha actuado como portavoz familiar durante la crisis matrimonial de sus padres, y los más jóvenes, Miguel e Irene, han pasado tiempo en la residencia real de la Zarzuela en los últimos meses, Juan ha optado por mantenerse alejado de los focos. Desde que comenzó sus estudios universitarios, ha residido en el Reino Unido y ha evitado la atención pública. En algunas ocasiones, se le ha visto acompañado de su madre, como en el funeral que organizó la Casa Real británica para Constantino de Grecia, hermano de la reina Sofía.
Desde el escándalo del caso Nóos, que involucró a su padre, Iñaki Urdangarin, Juan ha pedido mantenerse al margen de la atención mediática. Como el mayor de los hermanos, fue testigo directo de la humillación pública que sufrió su familia. A una edad temprana, tuvo que soportar el acoso escolar y fue testigo de cómo su padre era insultado públicamente con gritos de "chorizo" por las calles. Esta situación lo afectó profundamente, obligándolo a abandonar su hogar en Barcelona y a sus amigos para mudarse primero a Washington y luego a Ginebra.
Juan Urdangarin va a monasterios para encontrarse con sí mismo
A diferencia de sus hermanos, quienes suelen aparecer en los medios con más frecuencia, Juan es una persona mucho más reservada y evita la exposición pública. Es conocido por ser muy tímido y protector de su vida personal. También es descrito como alguien profundamente religioso y espiritual, características que habría heredado de su abuela, la reina Sofía, y de su tía Irene de Grecia. Irene, conocida por su compromiso con causas humanitarias y su trabajo a través de la Fundación Mundo en Armonía, ha dedicado gran parte de su vida a proyectos sociales y espirituales. Estos valores habrían influido en Juan, quien ha participado en iniciativas sociales cerca de la frontera entre India y Nepal con la ONG Entreculturas, así como en Camboya junto al sacerdote jesuita Enrique Figaredo, colaborando con la Fundación Sauce.
A lo largo de su vida, Juan ha enfrentado momentos de gran dificultad. Debido al impacto del caso Nóos, la infanta Cristina llevó a su hijo a terapia psicológica durante varios años, y parece que continúa acudiendo de forma ocasional. Se dice que él fue el que más sufrió las consecuencias del caso, las constantes mudanzas, los insultos y el hecho de ver a su padre en prisión.
Actualmente, Juan Urdangarin lleva una vida tranquila y centrada en sus propios intereses. Gracias a su trabajo, tiene la posibilidad de tomarse períodos de descanso, los cuales suele aprovechar para retirarse a monasterios donde pasa semanas en completa desconexión del mundo exterior, sin teléfonos ni tecnología, con el único propósito de buscar a Dios y encontrar guía espiritual. Hasta la fecha, no se le conoce pareja, y sigue manteniendo un estilo de vida reservado.