La infanta Cristina ha experimentado una década sumamente complicada, marcada por el caso Nóos, que ha dejado a su familia en una situación difícil de la cual aún no logran recuperarse por completo. Desde que este escándalo afectó a la familia real, han enfrentado diversas adversidades, incluyendo la ruptura con la corona y la entrada en prisión de su esposo, Iñaki Urdangarin. Cristina se vio obligada a asumir la responsabilidad de cuidar de sus cuatro hijos, enfrentándose además a insultos y la presencia constante de la prensa en su hogar.
Para buscar un respiro y alejarse de la atención mediática, la familia decidió trasladarse a Washington y luego a Ginebra, donde Cristina finalmente se quedó con su hija menor. En medio de estas dificultades, Juan Carlos I brindó apoyo económico a su hija en la medida de lo posible, demostrando su respaldo en los momentos más difíciles.
Juan Urdangarin lo pasó muy mal cuando la gente le insultaba por la calle
El rey emérito siempre se ha encargado de financiar la educación de sus nietos, a excepción de Leonor y Sofía, cuyos estudios son responsabilidad directa de Felipe y Letizia. Esta decisión refleja la voluntad de los actuales monarcas de mantener a sus hijas alejadas de cualquier asociación con Juan Carlos. Juan Urdangarin, el hijo mayor, fue particularmente afectado por la situación, asumiendo el rol de líder familiar y protegiendo a sus hermanos de las consecuencias de los problemas de sus padres.
Juan Urdangarin cortó completamente los lazos con Juan Carlos I, convirtiéndose en el firme defensor de su padre. Al igual que Iñaki, atribuye al emérito y a la monarquía la responsabilidad de las dificultades familiares, sosteniendo que se podrían haber evitado las consecuencias legales para su padre y preservado la imagen de la familia real. Incluso llegó a pedir a su abuelo que interviniera para poner fin al divorcio de sus padres y financiara todas las demandas de su padre.
La vida de Juan Urdangarin se vio aún más complicada por el bullying que sufrió durante su adolescencia. Los ciudadanos, especialmente en Barcelona, los insultaban mientras paseaban por las calles. En la escuela, los comentarios despectivos eran constantes, lo que lo llevó a sufrir emocionalmente. Ante esta situación, la infanta Cristina tuvo que intervenir con la dirección del colegio y tomar medidas drásticas. A pesar de ello, la situación no mejoró, y finalmente decidieron dejar España.
En Washington, la familia real comenzó una nueva vida, enfrentándose a la soledad sin familiares ni amigos cercanos. La infanta Cristina buscó ayuda profesional para su hijo Juan, quien necesitó asistencia médica para superar las secuelas emocionales. A día de hoy, aún sigue en terapia y recibe apoyo emocional de su madre en momentos difíciles.
La situación de los otros hijos de Cristina y Urdangarin también es complicada. Irene no convive con su padre desde hace años, por lo que su ausencia no afecta su día a día. Miguel vive solo en Londres y viaja más a Vitoria que a Ginebra. El mayor, Juan, es quien se muestra más vulnerable, habiendo sufrido bullying durante el Caso Nóos. Su actual situación en Madrid es incierta, pero parece evidente que no mantiene una relación cercana con su familia materna. En conjunto, la familia real continúa enfrentando desafíos y consecuencias derivadas de los eventos pasados.