Fue hace ya muchos años cuando la casa real española se enfrentó a una de las peores crisis de su historia, al menos de su historia reciente. Y es que todo lo que generó el conocido como Caso Nóos tanto a nivel social como sobre todo a nivel familiar para Iñaki Urdangarin, la infanta Cristina y sus cuatro hijos es algo de lo que algunos de ellos aún no se han recuperado.
Un buen ejemplo de ello es precisamente el primogénito de Iñaki y de Cristina, Juan Urdangarin. No es que sea ningún secreto que, a diferencia de lo que ocurre con algunos de sus hermanos, Juan ha llevado siempre un perfil muy bajo, entre otras cosas porque al ser el mayor entendió seguramente antes que sus hermanos todo lo que estaba ocurriendo con su familia y sobre todo con su padre.
En este sentido, han sido muchas las voces que han apuntado que Juan ha sido el que peor llevó todo el tema en su momento, seguramente por ser más madura que sus hermanos pequeños, algo que no les libro de, entre otras cosas, sufrir un cierto grado de bullying en el colegio y ver como la imagen pública de sus padres caída en picado y eran muchos los mismos comentarios negativos al respecto.
La herida de Juan Urdangarin sigue estando muy abierta
Cabe destacar que han pasado ya unos cuantos años y que Juan ha conseguido superar una de sus peores épocas, pero eso no significa que la crisis no le haya dejado heridas muy abiertas, heridas que han provocado que su madre, que siempre ha sido uno de sus principales apoyos, no haya dudado a la hora de buscar ayuda de profesionales y que Juan haya acudido de forma regular a terapia.

En este sentido, más allá del evidente trabajo que ha realizado a nivel personal en estos años de terapia, parece ser que el primogénito de Iñaki y Cristina ha heredado la espiritualidad de su abuela materna, la reina emérita Sofía, y que no han sido precisamente pocas las que Juan ha decidido realizar una especie de retiro espiritual en algunos monasterios alejado del ruido y de la tecnología para ir poco a poco reencontrando de nuevo la paz.
En cualquier caso, por mucho que el peor momento ya haya pasado y que Juan tenga ya 25 años, hay ciertas heridas que siguen abiertas y que no va a ser nada fácil que el mayor de los Urdangarin las acabe de cerrar del todo.