Juan, Pablo, Miguel e Irene han hecho las paces con Iñaki Urdangarin. Estas han sido las primeras Navidades con toda la familia al completo desde que inició el proceso de divorcio con la infanta Cristina. Han comido al lado de Ainhoa Armentia, la mujer con la que su padre lleva tres años de relación. Algunos han estado más a gusto que otros, pero todos le han dado una oportunidad. Y es que antes había una cláusula por contrato que no podían verla ni ella podía acercarse a ellos. Por ello este verano, tras firmar el divorcio con la hija de Juan Carlos I, se la presentó a sus hijos uno por uno.

Hay algunos hijos más afines a Iñaki Urdangarin que otros. Por ejemplo, Juan Urdangarin siempre le ha apoyado en cada una de sus decisiones. Hubo una época en la que culpó a Juan Carlos I y a Felipe VI de lo que había sucedido en su familia. El emérito salvó a la infanta Cristina, que solo se la vio sentada en el banquillo de los acusados alegando que no sabía nada y no se acordaba de nada. Mientras que Iñaki pagó por todo los errores del resto y entró en prisión. Fueron los años más duros de su vida, y lo ha perdido todo.

Iñaki Urdangarin y sus hijos

Aunque contó con todas las comodidades. Vivió en una cárcel de mujeres y estuvo en un módulo él solo. El mayor problema fue la soledad. Tenía gimnasio, piscina, biblioteca, televisión, teléfono móvil, y una cama King size, además comía él solo. Fuentes cercanas a Iñaki aseguran que a día de hoy sufre un trastorno mental severo producido por aquella época. Le han quedado secuelas.

Iñaki Urdangarin no ha podido recuperar su vida con normalidad 

Iñaki Urdangarin se distanció de la infanta Cristina, de su madre Claire, e incluso de sus cuatro hijos. Este aislamiento y su trastorno emocional se originaron debido a la rutina repetitiva en prisión, la soledad y el hecho de que no compartía espacio con las demás reclusas, ya que permanecía en un módulo completamente apartado.

Le resultó extremadamente difícil retomar una vida normal y socializar nuevamente. En su caso, la notoriedad complicó aún más las cosas, puesto que su paso por prisión era de conocimiento público, manteniéndolo bajo el escrutinio de los medios por largo tiempo. Según la periodista Silvia Taulés, Urdangarin pasó de ser un hombre activo y carismático a mostrar claros signos de inestabilidad emocional y confusión. Personas cercanas a él aseguran que ha cambiado profundamente, describiéndolo ahora como un hombre "trastornado".

Los primeros años en prisión marcaron un cambio drástico en su vida. Iñaki desarrolló una fuerte obsesión con la religión, dedicándose compulsivamente a la lectura de textos religiosos y abrazando una espiritualidad intensa que ha desconcertado a su familia.

Además, su actitud hacia los medios ha cambiado notablemente. Antes seguro y tranquilo, ahora muestra nerviosismo y prisa por terminar cualquier interacción con los periodistas. El hombre empoderado y confiado de antaño parece haberse desvanecido.

Iñaki Urdangarin