De la familia real y su alimentación se ha hablado mucho. De la suya y de la de las niñas. Que si para Letizia los dulces, azúcares y prefabricados de bollería industrial son como para Drácula los ajos, que si en casa el plato estrella es la sopa de acelgas, que si de vez en cuando la reina hace alguna escapadita con sus amigas íntimas y se pone las botas de croquetas en un local de Madrid, que si el alcohol no entra en Zarzuela... Este domingo, sin embargo, hemos sabido, y nos ha sorprendido, la nueva información sobre los festines y el yantar preferidos por los reyes. Porque el programa Socialité de Telecinco hacía público que si quieren hacer felices a los Borbones, vayan a ver al libanés George de Madrid y compren una bolsa llena de kebabs, de durums y de shawarmas, este plato típico turco, que se ve que vuelve loco a Felipe y a su papi Juancar: "Venían los guardaespaldas y se llevaban 7 uno 8. Felipe los pedía en su época de estudiante", decía el cocinero a la reportera. De eso hace un montón de tiempo, sí. Parece ser que incluso de novios con Letizia los seguían pidiendo. Incluso, de vez en cuando lo llamaban para preparar las comidas en las recepciones de delegaciones árabes. Pero quizás ponían demasiado picante, porque el caso es que dejaron de llamar de la noche a la mañana: "Dejaron de llamar. Creo que fue con el tema del emérito. A lo mejor estaban liados, o yo qué sé".

George y los kebabs preferidos de la Casa Real / Telecinco

Ahora, sin embargo, ha sido Juan del Val quien ha revelado otra curiosidad que tiene que ver con los panzacontenta de los Borbones. O con los Borbones cuando tienen la panza contenta, que vendría a ser lo mismo. El televisivo escritor, colaborador del programa de La Sexta La Roca, que presenta su pareja, Nuria Roca, ha sorprendido por lo que ha explicado en antena sobre cómo funcionan las comidas donde comes al lado de Felipe y Letizia. Recientemente se celebró en el Palacio Real el Premio Cervantes, concedido este año a la escritora Cristina Peri Rossi. Con motivo del literario premio, hubo la consecuente recepción oficial y un almuerzo en una de las salas, con todos los invitados, en una mesa inacabable llena de palmeros, de camareros y de cubiertos carísimos. Aquí tienen una panorámica de la imagen, con Del Val a la izquierda de sus imágenes, el tercero de la parte de la izquierda, empezando por abajo, con americana, camisa blanca y corbata verde:

Juan del Val / Casa Real
Felipe, a la comida por|para el Premio Cervantes / Casa Real
Letizia, a la comida por|para el Premio Cervantes / Casa Real

Felipe y Letizia ni se les ve en la primera foto, porque ellos estaban en medio de la mesa, al lado de las autoridades, como el ministro de cultura Miquel Iceta y dispuestos a atacar la manduca en esta comida. Quizás nos podríamos imaginar que fue una comida pantagruélica, pero según Del Val, nada de eso. El escritor explica que "Se come bastante ligerito". Pero quizás se pensarán que es porque ponen cuatro hojas de rúcula y un par de tostaditas con foie. Pero no. Se come bastante ligerito porque si te distraes, o vas al baño, o estás charlando con el de al lado, ya has comido lo suficiente. Revela el colaborador de La Roca que en esta comida observó una curiosidad de protocolo que le llamó mucho la atención. Primero, un hecho sin más, que cada invitado tenía asignado su lugar en la mesa y que estos van siendo llamados y toman asiento hasta que al final de todo, entran los monarcas, que se sientan el uno delante del otro y ya se puede empezar a comer. Ahora bien, Del Val se va quedado alucinado "con la curiosidad de que cuando el rey termina un plato se retira tanto su plato como el del resto de comensales. Si no has terminado, pues allá tú", ha bromeado Juan del Val.

Felipe / Casa Real

Felipe servido y satisfecho, y al resto, que les den. Letizia, las autoridades, el resto de comensales... todos a callar. Tiene narices la cosa. Lo peor es el servilismo del resto de la mesa, seguro que todos hicieron como si nada y nadie se quejó de que le retiraran el tenedor con una gamba o una croqueta pinchada a punto para ir a la boca. No sé ustedes, pero yo, si algún día voy a comer donde sea, al bar de la esquina, a casa de la suegra, a un restaurante con estrellas Michelin o a Zarzuela, y mientras estoy degustando la teca, me quitan el plato a medias porque ya ha acabado el rey o quien sea, monto un pollo. Pero ya se sabe, es lo que tiene la monarquía: que los Borbones van haciendo y el resto van tragando.