Kalina de Bulgaria no sale de las mentes pensantes de la prensa del corazón desde que fuimos conscientes de su forma física descomunal, prácticamente de culturista. La princesa, casada con el aventurero Kitín Muñoz, examante fugaz de la reina Letizia antes de conocer a Felipe de Borbón, tiene los músculos más desarrollados del universo royal. La corona de reina es suya. Dedica todo su tiempo libre, que es mucho, al entrenamiento con carga de pesas. No falla nunca. Y así está: acero, titanio, bronce. Una roca. Estremecedor, muy bestia.
Resulta que la hija del rey Simeón y Margarita Gómez-Acebo se ha quedado muy sorprendida por la repercusión que ha tenido su reaparición pública. Dice, en la revista '¡Hola!' que no entiende el porqué de tanto alboroto: "No me lo esperaba. Solo me puse un vestido sin mangas. En el siglo XXI, no debería llamar la atención la forma física de una mujer. Y quisiera animar a todas a seguir los beneficios del entrenamiento con cargas pesadas y de la vida saludable". Bien, puede ser que tiene algo de razón, o no. Porque todo tiene sus grados, y la forma física no es una excepción. Y no es ninguna crítica: es la constatación de un hábito llevado hasta un extremo nada habitual. Ella, sin embargo, no se lo ha tomado así, y contraataca con estudios y opiniones de científicos de su cosecha: "Expertos como Brad Schoenfeld, profesor asistente de Ciencias del Ejercicio en el Lehman College, de Nueva York, opinan que el entrenamiento de resistencia es el mejor para la salud y el bienestar general durante toda la vida". Pues caso cerrado.
Venga, seguiremos el cursillo acelerado de Karina para disfrutar de los beneficios de su modelo de vida, como si fuera Llados, pero sin presuntas estafas. Para empezar, ayuda vivir al lado de un bosque cerca de Sofía, capital de Bulgaria, territorio de lobos, zorros y osos. Son los vecinos cotidianos de la princesa. "En invierno, nos gusta esquiar, perdernos por el bosque nevado, bajar las cuestas en trineo. Y con el buen tiempo, me meto en los ríos de piedras, lagos, cuevas y cascadas. Voy siempre con mi perro 'Karakachan', mi cámara de fotos y un cuchillo, por si encuentro hongos que multiplican la mortalidad forestal y para arrancar raíces muertas con formas peculiares". Las fotos de árboles, grutas, plantas y todo tipo de elementos naturales son su pasión. La segunda, de hecho. La primera es el gym.
El relato da un poco de miedo: empezó a entrenar con su marido Kitín, exmilitar, en el año 2000. "No me deja rendirme. Y en seguida saca la divisa de boina verde. Compartimos el respeto al mundo militar y que quiera inculcar los valores del Ejército a nuestro hijo. Kitín acaba de volver de Camp Yarto, Irak, donde los boinas verdes de Operaciones Especiales entrenan a los soldados de las Fuerzas Especiales del Ejército iraquí y luchan contra los terroristas de Daesh. En casa no se habla de otra cosa". No se habla porque siempre están entrenando. Y si no, comiendo. Cada tres horas, poca cosa pero "variada", afirma. Atención a la dieta: patatas hervidas para desayunar, arroz, pasta. Fruta, evidentemente, y el resto del día, proteína a go-go. Antes de ir a dormir, la guinda: un vaso de leche de cabra. Y ea, vuelta a empezar. Promete que no toma alcohol, a pesar de alguna foto y vivencia que lo ponga en duda, y que con esto tiene bastante para ser feliz. Ah, y que en casa este tinglado lo ven como "lo más normal del mundo". Pues muy bien. Todo para ti.