La Navidad de 2024 se ha convertido en un auténtico campo de batalla en Buckingham. Mientras Carlos III soñaba con una reunión familiar que incluyera a Harry y Meghan Markle, el panorama dio un giro inesperado. Kate Middleton, firme en su posición, dejó claro que no está dispuesta a compartir la cena de Navidad con los Duques de Sussex. ¿El resultado? Una guerra fría que amenaza con romper aún más los ya frágiles lazos familiares. La princesa de Gales no solo mostró su descontento con la idea, sino que, según fuentes cercanas a la Casa Real, habría lanzado una advertencia contundente: si Meghan Markle ponía un pie en Londres, ella y sus hijos pasarían la Navidad lejos de Sandringham House. ¡Un ultimátum que dejó a todos boquiabiertos!
Una amenaza que dividió al Palacio
Kate, según testigos, no tuvo reparos en mostrar su postura. Para ella, la presencia de Meghan Markle no solo sería incómoda, sino un verdadero atentado contra la paz familiar. Desde que los Sussex decidieron abandonar sus deberes reales en 2020, Middleton los ha considerado los principales responsables de la ruptura que afecta a la familia Windsor. En particular, culpa a Meghan de las tensiones que empañaron la relación entre Harry y Guillermo, un distanciamiento que, para muchos, parece irreparable.
Fuentes internas aseguran que Carlos III, en un intento de acercar posturas, había propuesto una velada navideña inclusiva que reuniera a toda la familia. Sin embargo, Kate no tardó en desmontar esa ilusión. Con una actitud decidida, habría expuesto sus argumentos para evitar la invitación de los Duques de Sussex, convenciendo al rey de que su presencia sería más un problema que un gesto de reconciliación.
Navidad en Sandringham House: ¿sin Kate Middleton?
La amenaza de Kate de celebrar la Navidad con sus padres, Carole y Michael Middleton, en su mansión de Bucklebury Manor, dejó claro que no estaba dispuesta a ceder. La princesa de Gales dejó entrever que, para ella, es más importante preservar el ambiente familiar que aceptar la presencia de Meghan, a quien sigue viendo como la gran culpable de las fracturas internas de la monarquía. Mientras tanto, Harry y Meghan ya han tomado sus propias decisiones. Desde su mansión en Montecito, California, planean una Navidad tranquila junto a la familia de Meghan, lejos de los conflictos que siguen persiguiéndolos desde su partida de la Casa Real. Pero su ausencia en la cena navideña de los Windsor no hace más que profundizar la distancia entre ambas partes.
Para Carlos III, la Navidad debía ser la ocasión perfecta para reunir a los Windsor y dar un paso hacia la paz familiar. Sin embargo, la decisión de no invitar a Harry y Meghan demuestra que las tensiones son más profundas de lo que parecen. Si ni siquiera en un momento tan simbólico como este pueden acercarse, las probabilidades de reconciliación se reducen cada vez más. ¿Será esta Navidad el punto de no retorno para los Windsor? Todo apunta a que la distancia emocional entre Londres y Montecito sigue aumentando… y sin solución a la vista.