Kate Middleton está a punto de poner fin al lío royal internacional más morboso. La princesa, desaparecida oficialmente por un problema de salud, que algunos apuntan a la enfermedad de Crohn, ha alimentado una polémica descomunal por culpa de una estrategia de comunicación pésima. Ha acabado sucumbiendo a la presión mediática, con urgencias por saber de su estado y de su aspecto. La maldita foto familiar retocada grotescamente la perseguirá toda la vida, su credibilidad está herida de muerte. Por eso, parece que ha llegado el momento de actuar con juicio. Y eso implica mostrarse al mundo. No hay más opción.
La previsión inicial de Kensigton era la reaparición de la princesa convaleciente para después de Semana Santa, coincidiendo con la escuela de los niños. Una fecha que se acortará abruptamente, según lo que publican los medios británicos. Hay nervios, prisas y una enorme tensión. Por parte de Kate, pero también por parte de su marido Guillermo, al que se señala como infiel y causante de buena parte de los problemas actuales de su mujer. Cansado y consumido, no puede más. Hace unas horas, trascendía a través de 'The Sun' el discurso lleno de rabia del heredero de Carlos III: "Enfadado, frustrado y profundamente decepcionado por lo que ha pasado estas últimas semanas. ¿Cuándo acabará todo"?, se pregunta. Pues quizás a partir del 31 de marzo. Es decir, solo quedan 9 días.
La elección de esta fecha tiene su aquel: se trata de un domingo de especial simbología, el de la Pascua de Resurrección. Kate, la renacida. Compararse con Jesús es una moda muy famosa en el Reino Unido, John Lennon marcó tendencia. El retorno se materializará durante un oficio religioso, coincidiendo con esta fiesta singular del calendario cristiano. El equipo que asesora a la princesa ya está trabajando en la cita más esperada y que cerraría un círculo, como recuerda 'Vanitatis': la última aparición "normal" de la royal fue el 25 de diciembre pasado, durante otra misa, la de Navidad.
La noticia no cuenta aún con la corroboración oficial, pero tampoco con un desmentido categórico. Y eso ya es un indicativo de algo, porque hace unos días Buckingham Palace tomaba la palabra para confirmar que el famoso vídeo de Guillermo y Kate, de compras en un mercado de Windsor, era real. El problema, claro, fue la calidad de la imagen y el aspecto que ofrecían de la protagonista: no acababan con las especulaciones sobre si había estado muy enferma o si se había rehecho la cara con un cirujano plástico.
Expectación, el gran momento a punto de producirse y todo un reino que, de momento, se lo toma con ironía desatada. Parece un chiste, en cierta manera. Una comedia de situación, pura soap opera. Kate tiene una oportunidad de oro para acabar con el espectáculo.